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Los comunistas italianos, entre la alternativa de izquierdas y el 'compromiso histórico'

Juan Arias

El miércoles próximo comienza en Milán el congreso del partido comunista más importante de Occidente, el italiano (PCI). Esta reunión se perfila como la más trascendetal que ha mantenido el PCI desde el final de la guerra. En Milán, dos temas se presentan como cruciales en los debates: el impuls,o de la democratización interna y la búsqueda de una nueva vía entre el compromiso histórico y la alternativa de izquierdas.'Desde los tiempos del memorial de Yalta y del enfrentamiento entre la tesis de Pietro Ingrao y las de Giovanni Amendola, nunca los comunistas italianos habían discutido tan apasionadamente la política, y tan concretamente, como en estos últimos meses, en vísperas del XVI Congreso Nacional, que se celebrará en Milán". Así lo afirma un editorial de Il Mattino, mientras Repubblica habla de cambio genético en el Partido Comunista italiano (PCI).

Se ha llegado a replantear, incluso, la vieja cuestión lanzada por el desaparecido dirigente comunista Giorgio Amendola para cambiar el nombre al más importante PC occidental, ya que en realidad, se dice, es un partido tan distinto que poco tiene que ver hoy con la antigua identidad comunista fiel a Moscú.

Lo cierto es que este congreso nacional presenta a un partido comunista con una tensión inédita en su interior y con una grave responsabilidad externa, ya que tendrá que decidir si continuar con la vieja estrategia del compromiso histórico o aceptar la de la alternativa de izquierdas. Y si acepta la posibilidad de que la izquierda pueda gobernar con el 51% de los votos o bien mantener los ancestrales temores expresados por el secretario general del PCI, Enrico Berlinguer, cuando fue derrocado por un golpe militar el presidente de Chile Salvador Allende en 1973. Estos temores dieron paso al compromiso histórico.

Crisis de credibilidad

Por otra parte, el PCI, que es la segunda fuerza electoral de este país, con casi el 30% de los votos, se presenta ante su congreso en un momento de fuerte crisis de credibilidad, ya que de los tres principales partidos italianos es el único que no ha cambiado sus líderes históricos y no se ha renovado enteramente. Lo ha hecho el partido socialista con Bettino Craxi y lo está haciendo la democracia cristiana con Ciriaco de Mita.Los comunistas siguen como si entre los casi tres millones de afiliados al partido no existiere más que una docena de personalidades capaces de llevar adelante la gloriosa herencia de PalmiroTogliatti y de Antonio Gramsci.

Por eso, como afirman los observadores, este congreso va a abordar la problemática central del Partido comunista, que no es la ruptura con Moscú, ya consolidada, ni el abandono del compromiso histórico, en el que probablemente ya no cree nadie fuera de Berlinguer, aunque no lo confiese. El punto central, como lo han revelado todos los congresos provinciales y regionales, va a ser el del centralismo democrático.

Para darse cuenta hasta qué punto será este el tema de fondo del vista oficial del partido, Democracia y Derecho ha escrito que es más fácil al Partido Comunista italiano "romper con la Unión Soviética, aceptar la OTAN, avanzar la política de la alternativa, que poner en discusión las estructuras internas del partido".

De hecho, una enmienda a los estatutos sobre la libertad de disentir presentada en los congresos provinciales, a pesar de ser blandísima, ha sido el banco de prueba en los debates que se han registrado en la base. Se ha registrado la sorpresa de que han sido derrotados viejos líderes históricos, como Giancarlo Pajetta, mientras un hereje histórico como Salvatore Sechi ha obtenido la totalidad de los votos en Bolonia a favor de su propuesta de reforma a fondo del centralismo democrático.

Por su parte, Pietro Ingrao, cuya propuesta en la misma línea de democraticidad había sido derrotada en el Comité Central sólo por un puñado de votos, está siendo, en los congresos provinciales, uno de los líderes más votados.

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