Euskadi: la paz es posible
Hablar de la pacificación de Euskadi en un contexto de miedo y de asesinatos políticos puede parecer una herejía de lesa humanidad. Pero si no deseamos que la sangre siga fluyendo hasta el día del juicio final por la tarde, debemos de apuntalar las vías o las compuertas, como se mire, que consigan rebalsar tal derramamiento. Los remaches de tan digno e intrincado proyecto sólo tienen un nombre: voluntad negociadora. Y el soplete oxídrico de dicho puente debe de ir alimentado por las concesiones, de una y otra parte.A quienes se mesan los cabellos, a esos padres de la patria que tan poco han hecho por dejar de esquilmarla, habría que recordarles que ETA se incuba precisamente en unos momentos en que el franquismo no tenía la menor intención de abandonar su represivo y a veces fúnebre instrumento dictatorial. Y a esos mesiánicos hijos de Aitor que dicen actuar en nombre del pueblo vasco, sin contar con él para nada, habría que recordarles toda esa otra lista de desaparecidos de corpore insepulto que no han tenido opción ni tan siquiera a un alegato de defensa. La inercia, el silencio, el dejar las cosas tal como están, es la mejor complicidad de quienes desean ensanchar la espiral del camposanto. Tal y como están las cosas, ya ningún citidadano puede decirse que se hurta al evento de una bala por la espalda./
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