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Alarma ante los graves resultados revelados por una auditoría de Arthur Andersen en la Compañía Telefónica

El avance de resultados de una auditoría sobre la Compañía Telefónica (CTNE) encargada por el anterior ministro de Transportes y Comunicaciones, Luis Gámir, ha sembrado la alarma entre los nuevos rectores de la citada empresa. Los escasos datos suministrados hasta el momento por la auditora Arthur Andersen (los resultados definitivos serán entregados la próxima semana) han provocado un fulminante acuerdo del nuevo consejo de administración, en el que están representados intereses privados y públicos, por el que se va a convocar mediante concurso público una nueva auditoría, mucho más profunda y pormenorizada, para conocer con exactitud el estado financiero y patrimonial en que se encuentra la CTNE.

La información facilitada por Arthur Andersen, según fuentes solventes de la compañía, ha puesto de manifiesto el precario estado de salud de la CTNE, con una nefasta política de amortizaciones y con una estructura organizativa anormalmente costosa. En la CTNE, por ejemplo, las instalaciones amortizables ascienden a 1,735 billones de pesetas (a costes de reposición de 1983), y se han estado dotando partidas anuales que suponen una vida media de las instalaciones de veintidós años. Los períodos de amortización recomendados por el Comité Consultivo Internacional Telefónico y Telegráfico, que de hecho ya están desfasados por la rapidez de los cambios tecnológicos en los últimos años, son de quince años. A la vista de estos datos cabe deducir que buena parte de las instalaciones de la compañía deberían encontrarse obsoletas o fuera de servicio.Estos datos, ahora confirmados por Arthur Andersen, aparecían ya de algún modo dibujados -aunque difusos- en la memoria de la CTNE de 1981, según puso de manifiesto este diario (véase EL PAÍS del 9 de junio de 1982): "En el citado balance se constata un fuerte crecimiento (un 40%) de los gastos financieros, una escasa autofinanciación (sólo cubre el 45% de la inversión) y una mínima tasa de amortización (un 4,3% de la planta telefónica media en servicio)".

Esta situación no sólo entorpece el desarrollo de nuevos servicios de comunicación e hipoteca en alguna medida el porvenir de la empresa, sino que también incide sobre el futuro de la industria electrónica y de telecomunicación y, en definitiva, sobre la economía nacional. De ahí la rápida decisión de los consejeros de la CTNE de proceder a una nueva auditoría en profundidad de la empresa, que será seguida por otras auditorías individualizadas a las distintas empresas filiales. Fuentes de la compañía resaltan, por otra parte, la necesidad de revisar y replantear a la vista de la información de Arthur Andersen toda la política de contratas, suministros y tarifas de la Telefónica.

Tarifas y dividendos

La situación en que se encuentra la CTNE es tan mala, según las fuentes consultadas, que habrá que forzar un aceleramiento de las amortizaciones para acercarse a la barrera de los quince años y, en consecuencia, las propuestas de incrementos de tarifas -que aún no han sido aprobadas- han quedado ya muy insuficientes. Para 1983 se pretende amortizar 86.600 millones de pesetas, con lo que se reduce el período de veintidós a veinte años.Por otra parte, y aunque en el futuro inmediato habrá que plantear a accionistas y usuarios si quieren una CTNE generadora de empleos directos o indirectos o una reducción de costos por sustitución de personal, las previsiones de cierre de balance de 1982 recogen un dividendo bruto del 11% para el accionista (55 pesetas por acción). El inmovilizado neto asciende a 1,1 billón de pesetas; el inmovilizado material a 1,7 billones; el capital y reservas a 552.000 millones; los deudores a 75.000 millones; y los resultados a 26.500 millones de pesetas. Los gastos financieros se sitúan en 55.500 millones, con un incremento del 18% sobre el ejercicio precedente.

La estructura actual de tarifas, por otra parte, resulta absolutamente irracional. Las comunicaciones urbanas, tributo a los usuarios de las grandes ciudades que son quienes tienen mayor peso político, son extremadamente bajas. Por el contrario, las conferencias interurbanas y, sobre todo, las internacionales son de las más caras del mundo. Resulta mucho más costoso hablar desde Madrid a Nueva York que a la inversa.

Un futuro diferente

Todos estos elementos, al margen de que no se descarta que en la nueva auditoría pueda surgir algún caso aislado de corrupción, van a condicionar la nueva política de la CTNE. Esta compañía, que absorbe casi el 50% de las compras electrónicas y de telecomunicación en España y que da empleo directo a 65.000 personas, juega un papel esencial para el desarrollo económico en los sectores considerados mundialmente de futuro: electrónica, informática y comunicación. Y es, por otra parte, pieza clave para poder llevar adelante los presupuestos de planificación y concertación recogidos por el programa electoral socialista.Todos estos aspectos son desconocidos por la mayoría de los españoles, según las fuentes citadas, debido a la mala política de imagen que ha llevado la CTNE.

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