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Reportaje:

'Sor Pascualina' publica sus memorias tras 25 años de silencio

Juan Arias

Muchos creían que ya había muerto. Había sido la monja más famosa de la Iglesia en la primera mitad de este siglo. Todos la conocían como sor Pascualina. Fue durante cuarenta años el brazo derecho, la fiel colaboradora y confidente del papa Pío XII. Ahora, a sus casí noventa años, y después de veinticinco de silencio abosoluto, ha vuelto a levantar la cabeza, quizá por eso de que genio y figura, hasta la sepultura.

Acaba de publicar un libro en alemán con sus memorias sobre el Papa "Pastor Angélico" y ha concedido la primera entrevista de su vida a la revista mensual Jesus, de los Paulinos. Siempre se supo que la monjita alemana que se llamaba en realidad Pascalina Lehnert era una mujer de gran temperamento y que, sobre todo en los últimos años de pontificado de Pío XII, era imposible llegar hasta el Papa sin su aprobación, fuera uno rey o cardenal. Y que, a veces, era el Papa quien obedecía a la intrépida monjita.Estas memorias que acaba de publicar en alemán y su primera entrevista confirman aún más que sor Pascualina conocía todo de Pío XII hasta el punto de que afirma: "Hay cosas que no escribiré nunca". Fue ella la encargada de quemar "dos sacos de documentos personales del Papa", y dice que se trataba en gran parte de apuntes que Pío XII tomaba después de ciertas audiencias.

Pero quizá, la anécdota que revela mejor hasta qué punto el solemne Pío XII tenía confianza en esta monjita es la siguiente: en plena explosión nazi, Pío XII se entera de que los obispos holandeses han escrito una dura carta contra Hitler y que éste, como represalia, había metido a 40.000 personas en los campos de concentración. Pío XII toma la pluma y escribe también él una carta de protesta: "Eran dos folios escritos en italiano por las dos caras", dice sor Pascualina. El Papa le confía que había pensado publicarlas en L'Osservatore Romano pero que después se había vuelto atrás por miedo a nuevas represalias de Hitler. Se lo confió en la cocina a donde el Papa había ido para quemar su carta en el hornillo de gas. Sor Pascualina protesta. Le pide que no queme esa carta, que debe quedar por lo menos como una prueba "para cuando acabe la guerra". Pero esta vez el Papa no la obedece: "Quemó él mismo los dos folios", dice, "y hasta se chamuscó ligeramente los dedos".

Afirma que el Papa le había confiado que moriría de repente y que había pedido a Dios que le diera sólo un día de tiempo. Y que así fue. El día antes de morir, Pío XII le dijo a sor Pascualina: "Este es mi día". Ella piensa que el Papa tuvo una revelación.

Cuenta también que Pío XII no amaba el deporte. "Sólo de joven nadaba y cabalgaba. Después nada. Le habían regalado un caballo eléctrico que se llevó al Vaticano", pero dice: "Lo usó sólo unas cuantas veces. Tampoco es cierto que 'dormía en el suelo'. Pero, eso sí, cuando iba fuera", dice sor Pascualina, "se llevaba siempre su almohada, que era estrecha y dura".

Tampoco le gustaba a Pío XII comer porque padecía de "estómago bajo", hasta el punto de que la carne se la tenía que dar casi líquida para que la comiera: "Ni se daba cuenta de lo que comía", afirma, "y esto disgustaba a la cocinera".

Y confirma que Pío XII comía siempre solo: "Le hacían compañía sólo los canarios que tanto amaba". Ni siquiera ella, sor Pascualina, la poderosa, consiguió, como ella asegura, comer una sola vez con él, a cuyo lado estuvo, fielmente, desde que tenía veintitrés años, cuando conoció a Pacelli como joven nuncio en Alemania. Sor Pascualina asegura en su libro que el mundo no ha conocido aún "lo humilde y bueno que era Pío XII".

El libro que acaba de salir estaba escrito ya hace veinticinco años. ¿Por qué sor Pascualina se ha decidido a publicarlo sólo ahora?. La obra de sor Pascualina ha tenido, ahora, un censor de lujo: el mismo Juan Pablo Il.

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