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El acuerdo interconfederal estuvo ayer a punto de no firmarse

La firma del acuerdo interconfederal para la negociación colectiva de 1983 estuvo ayer a punto de no producirse y de sufrir nuevos retrasos por la actitud de Comisiones Obreras, que dedicó gran parte de la reunión a matizar las distintas redacciones que se iban elaborando. Y a pesar de que los representantes del sindicato estamparan su firma en el mismo, dejaron abierta la duda sobre la decisión que habrían de adoptar sus distintos órganos de dirección. Ayer el consejo confederal de CC OO de Cataluña aceptaba por un mínimo margen -78, frente a 74- el contenido del acuerdo. La última sesión de las negociaciones entre las patronales CEOE y CEPYME y los sindicatos UGT y CC OO, que se prolongó durante dieciocho horas, fue posiblemente de las más tensas y crispadas de las celebradas.A las 8.20 horas de ayer los representantes de la comisión negociadora del acuerdo interconfederal para la negociación colectiva de 1983 rubricaban, folio por folio, el texto definitivo. Como testigos, media docena de periodistas y dos empleados del Instituto de Estudios Laborales y de la Seguridad Social, en cuya sede se han llevado a cabo las negociaciones. Prácticamente hasta esa hora la posibilidad de un acuerdo definitivo estuvo en el aire. Representantes de la patronal y de UGT mostraron su disgusto en repetidas ocasiones por lo que calificaron de actitud obstruccionista de CC OO.

Las distintas redacciones que se fueron produciendo en la más larga noche del acuerdo interconfederal tenían su origen sobre todo en cuestiones de puro matiz semántico o de estilo. Pero donde los ánimos estuvieron más encontrados fue en la decisión de dar carácter de eficacia general al acuerdo. Minutos antes de la firma se eliminaban dos párrafos, uno de ellos referido a la posibilidad de dotarle de eficacia general.

Las razones de la actitud de CC OO arrancaban prácticamente del inicio de las negociaciones. Sectores del sindicato se habían mostrado poco favorables a su firma y el consejo confederal, que finalmente terminó aceptando el preacuerdo, debatió con dureza la forma en que habría de enfrentarse con el mismo la central. En el fondo, y sin considerar la postura de los prosoviéticos, que en todo momento mostraron su rechazo al pacto, el debate se centró en la carga crítica que habría de llevar la resolución del consejo y el destinatario de la misma. Por otra parte, CC OO se planteó que, al margen de aceptar su contenido, resultaba fundamental en su estrategia que el acuerdo sufriera los máximos retoques y dificultades antes de la firma.

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