Rafael Jiménez,
un sevillano de 52 años, ha encontrado una forma muy radical de evitar los estragos que la grúa municipal de su ciudad, en cumplimiento de la ley, causa entre los automovilistas. Cuando un policía había ordenado que subiesen a la grúa su coche, se presentó en el lugar, provocando una alteración del orden público y atándose una cadena al cuello y al volante del vehículo para impedir la acción policial, informa José Aguilar.
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