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Huelga general para el martes en Italia contra el Gobierno Fanfani

Juan Arias

Por primera vez en la gloriosa historia de los tres grandes sindicatos italianos CGIL, CISL y UIL -representantes de las ideologías de los tres principales partidos-, que representan el 90% de los trabajadores italianos, el martes próximo se celebrará una huelga general de toda la industria, sin manifestaciones.Los trabajadores podrán desfilar por las calles de las diversas ciudades del país, pero los líderes sindicales esta vez tienen previsto limitarse a enmudecer. Sólo en una de las ciudades, cuyo nombre aún no se ha revelado, estarán presentes los tres secretarios generales: Luciano Lama (CGIL, de carácter comunista), Pier Carniti (CISL, democristiana) y Giorgio Benvenuto (UIL, socialista), y será leído ante su presencia un comunicado conjunto de los tres gremios.

A esta decisión se llegó después de lo que se ha llamado "la tarde más larga de la historia de CGIL". Sucedió lo siguiente: el jueves pasado, durante un comicio en Bolonia, el número dos del sindicato CGIL, Agostino Marianetti, que representa a la minoría socialista del sindicato mayoritario comunista, fue duramente contestado por la base comunista.

Ante más de 50.000 trabajadores, fue cubierto de huevos podridos y de otros diversos objetos. Y no se le permitió hablar.

Se ha tratado de uno de los actos más graves acaecidos en la historia del sindicato de este país. Sobre todo porque, como afirmó ayer el mismo Marianetti en una entrevista a Repubblica, "fui agredido, no como sindicalista, sino como socialista". Y esto supone que se está consumando una ruptura en la unidad del sindicato.

Ya tiempo atrás se habían dado los primeros síntomas cuando en diversos comicios los trabajadores comunistas impidieron varias veces hablar al secretario general del sindicato UIL, el socialista Giorgio Benvenuto.

Pero mientras en otras ocasiones de intemperancia, dichos gestos habían sido condenados por el PCI como contrarios a la unidad sindical, esta vez, al revés, los dirigentes del partido de Berlinguer se han mantenido fríos y Marianetti ha condenado como muy grave la actitud tomada por el diario L'Unita, órgano oficial del partido comunista, que ha preferido minimizar lo acaecido en Bolonia.

Ante esto, y en vísperas de la huelga general del martes, el sindicato democristiano CISL y el socialista republicano UIL habían decidido incluso aplazar la huelga. Se opusieron los trabajadores, que habían amenazado: "Saldremos a la calle sin vosotros", y se opuso también el sindicato comunista CGIL. Y para llegar a un acuerdo que no supusiera la ruptura definitiva de la unidad sindical en un momento tan crítico para el país, los dirigentes del sindicato comunista necesitaron nada menos que once horas de discusión, desde las doce de la mañana hasta las 11.10 de la noche, para llegar a un compromiso: hacer la huelga pero con los dirigentes sindicales mudos. El comentario que hizo ayer a esta decisión en su editorial el diario de la nueva izquierda Il Manifesto, fue el siguiente: "El hecho de que el sindicato haya podido mantener su unidad al precio del silencio es lo más grave de todo".

Lo cierto es que el sindicato está pagando en este momento el precio de la tensión que existe actualmente dentro del mundo político, con enfrentamientos entre comunistas y socialistas y entre socialistas y democristianos.

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