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Reportaje:

Detrás de un éxito, tres mujeres

El espíritu emprendedor de Begoña, Amalia y Carmen Zunzunegui les ha llevado de una tienda de antigüedades a un minimperio de nueve tiendas

Becara fue la primera tienda de las tres hermanas. Era, y lo es todavía, una tienda de antigüedades y artículos de regalo que pusieron en 1962. Al viajar mucho, por sus negocios, estas tres señoras trabajadoras e inquisitivas pronto se dieron cuenta de que no había ropa de importación en España. Se les ocurrió poner una tienda de prêt-à-porter sencillo, pero, sin embargo, diferente. En 1971 compraron la colección de Cacharel, en aquel entonces muy limitada, pues se trataba de dos faldas, dos pantalones y dos blusas intercambiables, y añadieron la colección de Mic Mac, St. Tropez: Tres Zetas había crecido. Amalia Zunzunegui, una las tres Zetas, que se ha convertido con el paso del tiempo en el ma de la boutique, recuerda: "Vendimos una ropa fácil, pero con un toque muy nuevo para España, y nuestra clientela de amigas a gente en general se portaron muy bien con nosotras". La boutique fue un éxito inmediato. Amalia se vino a trabajar ahí, porque la clientela ya pedía un trato personal y era imprescindible formar un un equipo. Cosa hecha. La directora actual, Mary Alcalá, que se ha movido en la moda desde que tenía dieciocho años, se trasladó a Tres Zetas, y desde entonces ha dedicado por completo a su bajo, que es su vida. Para ella, la clienta es una amiga. Le reserva conjuntos, la llama por teléfono cuando llega una nueva colección, la mejor recompensa es oír al marido de la clienta cumplimentarla por la elegancia de su mujer. Mary Alcalá nos explica: "La venta no es vender aquella blusa, sino asesorar honradamente a cada clienta, según su edad, fisico y tipo de vida".

En busca de nuevos creadores

El éxito de Tres Zetas fue tal, que hubo que buscar a nuevos creadores. Cacharel ya no respondía el estilo sofisticado de la boutique.Amalía Zunzunegui miró hacia Francia e Italia. Fue la primera en importar a Kenzo, el célebre creador japonés, famoso en París por sus diseños y combinaciones de tejidos y coloridos originales. Eligió a Kenzo porque "su ropa no se parece a ninguna otra, y que es ideal para las chicas jóvenes y originales y para las señoras que saben adaptar sus creaciones a su personalidad".

En la misma época surgieron en Italia nuevos modistas, cuya ropa cara y sofisticada correspondía perfectamente al gusto de la señora española. Amalia introdujo Erreuno, del creador Giorgio Armani, "un prêt-à-porter de lujo que refleja toda la imaginación que pone Armani en sus diseños y coloridos". Después vino Complice, "una colección más de la vanguardia y de calidad excepcional", diseñada por Claude Montana. Umberto Ginochietti, "el mejor de los clásicos, ideal para las tallas grandes". Lips, una ropa de vestir adaptada a la noche de hoy y, por supuesto, la supercolección de piel de Sicons, creada por Giorgio Armani.

De Inglaterra, Amalía Zunzunegui trajo en exclusiva para su clientela, cada vez más amplia, a Jean Muir. Se ha escrito mucho sobre la carrera fantástica de Jean Muir, quien de escaparatista de Liberty's, en Londres, se convirtió en una modista de fama internacional. Para muchas mujeres, sus vestidos de Jersè, sencillos y fluidos; sus spencers y abrigos de piel son el epítome de la feminidad elegante. Para su clientela joven, Amalia importó la línea informal y de precios más asequibles de Penny Black, del grupo Max-Mara, Sportmax. Era inevitable que Tres Zetas empezara a crear y fabricar su propia línea. Se trata de una colección todavía limitada, de blusas de algodón, románticas o tipo abuelo, que ha sido diseñada por Meye Mayer y Amalia Zunzunegui, con el fin de poder ofrecer una línea más barata, más competitiva, pero muy de moda. Para asesorar estas marcas tan diversas, Tres Zetas tiene su propia colección de zapatos, hechos en España; los cinturones de Mulberry, una marca inglesa internacionalmente conocida, y las joyas de oro y piedras preciosas del joyero italiano Pomellato.

Nueva etapa

La segunda Tres Zetas se abrió en Puerto Banús en 1973, después de que Begoña Zunzunegui hubiera pasado unas vacaciones en Marbella. Vende las mismas marcas, pero con un toque más playa, más exótico y más adaptado a la vida de la jet set que pasa por ahí. Isabel Priesley, Gunter Sachs y su mujer, Mira, son frecuentes clientes de la boutique.En 1975, Amalia se acordó de Cacharel. Ya era una colección distinta a la de 1971. Era suficientemente completa y variada como para justificar una tienda entera. La boutique Cacharel abrió en Serrano, en 1975, bajo la dirección de Teresa Castell y de un equipo que representa muy bien la imagen de moda, joven y desenvuelta, de esta marca. Después de Cacharel, fue el clasicismo, los buenos tejidos de lana, el pelo de camello y el cashmere de Jaeger lo que atrajeron a Amalia, que cogió la boutique ya existente y la reorganizó en 1976. Las tres hermanas habían sido siempre grandes admiradoras de la calidad y diseño de la marroquinería de la marca italiana Fendi, y en octubre de 1981 Carmen Zunzunegui abrió la elegante boutique Fendi, en Serrano.

Mientras tanto, Cacharel había empezado a fabricar parte de su colección en Barcelona, lo que abarataba los precios considerablemente sin alterar la calidad de las prendas. Así se podía atraer a un tipo de clientela joven que quería vestirse con una de las firmas conocidas del prêt-à-porter sin poder permitírselo económicamente. La nueva tienda Cacharel abrió en Princesa en septiembre de 1982. Su directora, Amalia, tiene veinticinco años y es la primera de la nueva generación de Zunzunegui que entra a trabajar en grupo. Poco después, en octubre, se montó Alan Manoukian al lado de Tres Zetas. Ofrece una moda muy fácil y no hace falta ni ser alta, ni ser modelo, ni ser rica para llevarla.

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