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El juez Martella vuelve a Roma, tras interrogar a un turco en la RFA sobre el atentado papal

Juan Arias

Gran expectación ha despertado en la Embajada de Bulgaria en Roma la posibilidad de que sea puesto en libertad el vicedirector de la compañía aérea búlgara Balkanan, Sergei Antonov, acusado de participar en el atentado contra el papa Juan Pablo II llevado cabo por el terrorista turco Ali Agca el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro. Más de siete testigos han jurado que Antonov no estuvo en la plaza de San Pedro aquel día y en aquella hora, contrariamente a la confesión de Agca.Antonov fue el primer búlgaro formalmente acusado por la justicia italiana y encarcelado por su participación activa" en el atentado contra el Papa. Otros dos funcionarios de la Embajada búlgara en Roma ausentes del país fueron incriminados posteriormente. La libertad provisional pedida para Antonov por sus abogados tendrá que ser decidida de un momento a otro por el juez Ilario Martella, responsable de la investigación sobre el atentado contra Juan Pablo II. El famoso magistrado romano acaba de regresar de la República Federal de Alemania, donde ha interrogado durante cinco horas a un importante testigo voluntario, el turco Atali Salar, socio de Bekir Celenk, el otro contrabandista turco que trabaja en Soria y que, según Ali Agca, fue quien le pagó para que asesinara al Papa. La decisión de liberar o no a Antonov dependerá, afirmaban ayer los observadores, de las informaciones que el juez Martella haya podido recoger en la RFA del importante testigo.

Otro de los increíbles capítulos de esta especie de novela titulada la trama búlgara quedó ayer despejado. El diario Repubblica publicó a toda página que el embajador de Bulgaria en Roma había denunciado al Ministerio del Interior que unos personajes desconocidos habían penetrado en el piso del cajero de la Embajada, Teodor Ajpazov -otro de los acusados por Ali Agca-, asegurando que lo habían hecho con armas y máquinas fotográficas, escapando en un coche Alfa Romeo, cuya matrícula fue apuntada.

Por otra parte, el ministro de Defensa, el socialista Lelio Lagorio, había declarado ante el Parlamento que algunos agentes de los servicios secretos italianos habían ido a visitar a Agca en la cárcel para convencerle de que confesara. Los abogados de Antonov dedujeron que Agca podía haber sido contaminado y que la descripción de la casa del cajero de la bajada que había había hecho al juez Martelli, podía provenir de los mismos servicios secretos, que pudieron fotografiar abusivamente dicho piso.

Espionaje y televisión

Todo quedó ayer aclarado. El episodio había sucedido después de la decisión de Antonov. Los personajes desconocidos que el 6 de diciembre habían fotografiado, desde el exterior, el piso del diplomático búlgaro eran simplemente un grupo de periodistas de la RAI que preparaban el programa televisivo Tam Tam. El Alfa Romeo en el que supuestamente habían huido los misteriosos personajes era el del equipo de televisión. Razón tenía el ministro del Interior al decir que dicho coche era desconocido para los servicios secretos.

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