Creciente protagonismo de los nuevos activos financieros
Se inicia un nuevo ejercicio bursátil, y como casi todos los últimos, las incertidumbres en materia económica están nublando la mente de los expertos en finanzas de nuestro país. Si las bolsas españolas, anticipándose a los cambios sociológicos y políticos, hicieron de 1982 el año del cambio, al atribuir de forma clara una mayor importancia a los mercados de renta fija que a los de acciones, en contra de lo que había venido siendo tradición, para 1983 no parecen existir unos parámetros excesivamente claros, aparte del creciente protagonismo que se les va a atribuir a los nuevos activos financieros que se negocian en su seno.Letras de cambio, pagarés de empresas y pagarés del Tesoro, parten como claros favoritos de los inversores en un año que ha sido definido por el ministro de Economía y Hacienda como clave en la lucha contra la inflación.
En principio, este planteamiento es favorable para las expectativas de las empresas, y en última instancia para las bolsas. Una limitación a loscostes salariales y financieros puede representar un balón de oxígerio para unas compañías como las españolas, absolutamente necesitadas de volver a recuperar unos índices de rentabilidad aceptables.
Sin embargo, juegan en contra de este estímulo aparente varios factores. Por una parte, existe ese objetivo de crecimiento de las disponibilidades líquidas del sistema, limitado al 13% para 1983, que va a hacer que los recursos resulten escasos, y por tanto supondrá una cierta limitación a la capacidad de compra de los inversores. A continuación, está, el hecho de que la política de contención de las rentas salariales irá ligada a una limitación al crecimiento de las rentas del capital, con lo que los compradores verán frenada la posibilidad de incremento directo de sus inversiones. Además, y muy íntimamente ligado al punto anterior, aparecen los menores niveles de beneficio reales de una buena parte de la banca, sector que representa casi un 50% de la contratación de valores de renta variable en la bolsa de Madrid, y una posible revisión de los dividendos de las compañías eléctricas que, aunque aún no ha sido formalmente contemplada, va a constituir un rumor que correrá con insistencia por las salas de contratación.
Por si esto fuera poco, el factor de inestabilidad política también va a influir notablemente, aunque en sentido radicalmente distinto a como ha venido funcionando en los últimos meses. El PSOE ha obtenido unos resultados en las pasadas elecciones que le permiten un margen parlamentario muy holgado.
La posible recuperación de las bolsas españolas hay que fiarlas, por tanto, al medio plazo. Si la ley de sociedades de inversión colectiva no resulta demasiado lesiva para las actualmente constituidas desde el punto de vista fiscal y, por otra parte, consigue terminar con todo el amplio repertorio de cambalaches que actualmente se producen, y los fondos de pensiones llegan a hacerse realidad bajo fórmulas posibilistas, en las que la inversión en activos mobiliarios cuente con un cierto nivel de protagonismo, es posible entrever algún rayo de luz para el futuro de los precios de los títulos de renta variable.
De lo contrario, el esperar a que la recuperación de la economía norteamericana actúe como cebo de bomba de la situación española, puede determinar una profundización en los procesos negativos, cuyo final es difícil de predecir.
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