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Reportaje:

Jugadores de toda España han comprado lotería de Navidad en Alcira

Más de doscientos millones de pesetas en décimos para el sorteo de Navidad han vendido en pocas semanas las administraciones de lotería de Alcira, una de las poblaciones valencianas más duramente afectadas por las inundaciones de hace dos meses. Los responsables de esa cifra, la más alta de la historia lotera de la localidad, no han sido tanto los alcireños, más bien dedicados a rehacer hogares y negocios, como decenas de compradores llegados a propósito desde toda España. Muchos jugadores están convencidos de que los bombos suelen ser generosos con los que han padecido alguna desgracia colectiva.

Fue una conversación telefónica con un tío de Asturias lo que le dio la idea a Ana Isabel González, veintisiete años de edad, psicóloga y vecina de Madrid. El pariente, apasionado coleccionista de efemérides, anécdotas y curiosidades, le aseguró que la lotería solía tocar en poblaciones afectadas recientemente por alguna catástrofe. Eso era tan fijo, afirmó, como que Doña Manolita es la administración más popular de Madrid. Y Ana no lo pensó dos veces: reunió a sus amigos del barrio de Prosperidad y les propuso formar una peña que financiara una excursión a tierras valencianas. Los asociados correrían conjuntamente con los gastos de viaje y además desembolsarían un total de 50.000 pesetas con que comprar veinte décimos, a ser posibles de números distintos. No era una apuesta, era una inversión, dijo Ana.La sorpresa llegó el día que los dos enviados especiales de la peña madrileña llegaron a Alcira y, apenas tocado suelo, frente a la aún desastrada estatua de los Santos Patrones, una señora les dijo: '¿Ustedes también vienen a comprar lotería de Navidad?'. No había sido una idea en exclusiva, no. Frente a las tres administraciones loteras de la castigada ciudad valenciana se reunían compradores llegados de todo el país.

Esta vez también ha funcionado el correveidile, el rumor que de boca en boca va cobrando cuerpo sin que nadie conozca su fuente. De eso da testimonio Francisco Comes, que ya no sabe dónde buscar más lotería para atender tanta demanda. "Hasta de Canarias me han pedido decirnos. Todo el mundo cree que ahora en esta zona puede caer una lluvia de millones", afirma Comes, propietario de la administración número 3, conocida en Alcira como El Mercat.

No quedan billetes

Los pasados 20 y 21 de octubre, El Mercat se llenó de un barro espeso y sucio hasta los dos metros de altura, y el lotero calcula que perdió en el trance unos tres millones de pesetas, que nadie va a reponerle. A lo largo del mes siguiente, Comes, al igual que el resto de sus vecinos, tuvo el negocio paralizado y el tiempo exclusivamente dedicado a reparar los destrozos. Sin demasiadas esperanzas, abrió las puertas del establecimiento el 22 de noviembre. La vida debía seguir; aunque la ciudad estuviera recubierta de polvo marrón, las calles llenas de trastos y los alcireños más desafortunados continuaran haciendo colas ante los camiones de suministros.Fueron, precisamente, los forasteros de Cruz Roja, Protección Civil y demás servicios de socorro los primeros en agolparse en las ventanillas de El Mercat y las otras dos administraciones de la localidad. Compraban para ellos y para familiares y amigos, y si los billetes estaban manchados, tanto mejor, más suerte traerían. Luego empezaron a llegar clientes de Sevilla, de Barcelona, de Madrid, de todas partes; siguiendo tanto una misteriosa intuición colectiva como un cierto sentimiento de solidaridad. Y, finalmente, el día de la Inmaculada, las administraciones alcireñas colgaron el cartelito de "No hay lotería de Navidad". Habían vendido en poco más de dos semanas todas sus existencias: unos doscientos millones de pesetas. Los compradores habían sido, en su mayor parte, gentes de otros lugares, ya que las de Alcira no se han animado hasta última hora.

Ahora, cuando el sorteo más esperado ha entrado en su recta final y los niños de San Ildefonso ya aclaran gargantas, el desfile de buscadores de la fortuna continúa en la capital de la Ribera y los loteros andan como locos, solicitando más y más material a sus compañeros de otras partes. "Es que aunque digamos que no queda lotería de Navidad, nadie se quiere ir de aquí sin su decimito", se asombra Pilar Cánovas, dueña de la administración número 1 de la capital de la Ribera, también llamada El Puente. Doña Pilar tiene experiencia en lo de repartir grandes premios. En 1968 su establecimiento pagó los novecientos millones del gordo íntegro de Navidad, y cuentan que de esa cantidad se llevó un buen pellizco Luis Súñer, el empresario alcireño.

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Antonio Guillén, camionero de la guipuzcoana población de Elgóíbar, es uno de los que no piensan dejar estas tierras hasta haber cumplimentado el encargo que le hicieran cinco compañeros. Hace pocos días, Antonio llegó a Valencia con una partida de hilo de alambre y 30.000 pesetas recogidas en su empresa para comprar lotería de Alcira, y asegura que, como regrese sin ella, sus socios no le vuelven a dirigir la palabra. En semejante situación está Luis Moreno, transportista de Sabadell. El ha venido a Valencia a recoger fruta y a jugar 15.000 pesetas para diversos familiares.

Como su colega vasco, el catalán Luis Moreno está convencido de que hay una asociación entre el gordo navideño y la catástrofe. "Mire, hace unos años tocó en Vic al poco tiempo de un choque de trenes", dice. Y su afirmación es compartida por Pascuala Vidal, llegada con idéntica esperanza al corazón de las inundaciones desde la capital del Turia. "Cuando la otra riada, la de 1957, también tocó la lotería en Valencia. Esta gente ha padecido mucho y Dios no se puede olvidar de ellos".

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