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Alí Agca recibió la orden de atentar en Roma contra Walesa

Juan Arias

El comité parlamentario sobre vigilancia de los servicios secretos se reunió ayer con carácter de urgencia en sesión extraordinaria para estudiar el caso de la pista búlgara tras la polémica que ha estallado entre las fuerzas políticas y las últimas revelaciones llegadas desde Turquía, según las cuales Alí Agca había recibido órdenes de Bulgaria para asesinar en Roma a Lech Walesa.

Indignada reacción soviética

La reunión vio reunidas alrededor de la misma mesa a trece personas para un "objetivo examen de los hechos". Participaron ocho miembros del Comité Parlamentario, los responsables de los dos servicios secretos (civil y militar), los ministros de Interior y Defensa y el subsecretario para los servicios de seguridad.La reunión tuvo lugar, a puerta cerrada, en el palacio de San Macuto, donde se está celebrando el proceso a la P-2, y por eso blindado policialmente.

Mientras tanto, sobre esta casi novela de intrigas, de revelaciones, de acusaciones mutuas entre Italia y Bulgaria, ha tocado ahora el turno a la misma Unión Soviética, que ayer respondió con gran dureza por boca de su embajador en Roma, quien afirmó: "Se trata de invenciones insensatas que suscitan nuestra firme indignación y nuestro más vivo estupor".

La noticia de la confesión de Alí Agca -"los búlgaros me habían pedido que asesinara a Lech Walesa"- llegó ayer desde Turquía a la Prensa italiana, pero había sido publicada el lunes por el Dady American desde Roma citando fuentes bien informadas. Pero con seguridad sólo se sabe que Alí Agca estaba en Roma el día 19 de enero, último día de la presencia en Roma del líder de Solidaridad. El terrorista turco se alojé en la pensión Isa, cerca del Vaticano, la misma en la que estaría el 12 de mayo, víspera del atentado al Papa, bajo el nombre falso de Ozgun.

Pero lo más grave del caso es que el servicio de orden para proteger a Walesa estuvo organizado por el ex sindicalista de la Unión Italiana de Trabajo (UIL) Luigi Scricciolo, hoy encarcelado y acusado de ser un espía de los búlgaros.

Según noticias aparecidas ayer en la Prensa italiana, en aquella ocasión Scricciolo tuvo un duro altercado con los búlgaros, a quienes les dijo: "Yo no puedo permitir que se mate a un amigo mío". La otra noticia sorprendente es que, según los abogados defensores de Scricciolo, este "no es un arrepentido", y está sólo "colaborando con la justicia para esclarecer su posición".

Por su parte, el Vaticano, que sigue siendo muy prudente en toda esta cuestión, no quiso ayer responder directamente a los periodistas que le pidieron, a través del portavoz del Papa, el padre Romeo Panciroli, un mentís a las presuntas declaraciones del secretario de Estado norteamericano, George P. Shultz, según las cuales el Papa consideraba que "detrás de su atentado estaba el KBG dirigido por el nuevo líder soviético, Yuri Andropov".

El portavoz del Papa afirmó literalmente: "Fuera del hecho que la audiencia de Shultz al papa Juan Pablo II fue privada no decimos nada más". Por tanto, un seco "no coment".

Y como comentario personal el padre Panciroli afirmó informalmente que dada la prudencia con que el Vaticano está siguiendo este asunto, le parecía muy extraño que el Papa haya podido hacer tales confidencias a Shultz. Por su parte, un funcionario del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca ha declarado que "no dispone de ninguna información sobre un comentario semejante por parte del Papa".

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