El ex diputado socialista Avelino Pérez vuelve a picar carbón en la mina
Avelino Pérez, silicótico de primer grado, volvió a picar carbón en la mina en el pozo Venturo, de Hunosa, al abandonar su escaño del Congreso de los Diputados con motivo de la disolución de las Cortes. La dirección de la Federación Socialista Asturiana (FSA) no incluyó su nombre en las candidaturas presentadas a las elecciones del 28 de octubre y el ex parlamentario, sin pensarlo dos veces, solicitó su reingreso en Hunosa como picador, la especialidad más dura de la minería.
Desde su vuelta a la mina aumentó cinco kilos de peso, dato que aporta como prueba que considera irrefutable de que vive mejor ahora, más tranquilo, con menos problemas, más cerca de su familia y, en definitiva, más feliz. De su promoción sólo quedan cuatro picadores en activo. Los demás están jubilados o muertos. "Si yo hubiera seguido el ritmo de vida de mi juventud, picando en la mina y bajo las inclemencias de la represión, ya no estaría vivo con toda seguridad". A los compañeros del pozo Venturo les sorprendió su regreso a la mina. "En unos casos fui explicando mis razones individualmente, y en otros, a pequeños grupos. Al final, todo el mundo comprendió que los cargos públicos son accidentales y que mi profesión es ser minero y que por eso he vuelto".Desde hace algún tiempo, Avelino Pérez mantiene una actitud crítica hacia la dirección asturiana del PSOE, pero se limita a reconocer que le dolió no haber sido consultado sobre su exclusión de las candidaturas socialistas.
En agosto de 1960, Avelino Pérez fue detenido por primera vez. "En Asturias", afirma con nostalgia, "éramos pocos militantes socialistas; sufriamos graves persecuciones, pero había entre nosotros más solidaridad que ahora". En la gran huelga de la minería asturiana de 1962 tuvo que huir a Francia después de sortear, con éxito, el río Nalón abajo, los disparos de tres guardias civiles de los que pudo huir cuando se disponían a meterle en el cuartel.
Con una ligera dificultad en la respiración, propia de la silicosis, enfermedad profesional de la mina, Avelino Pérez relata con evidente esfuerzo, porqué da escasa importancia a las dificultades sufridas, los altibajos de su vida, el último de los cuales le ha llevado de un escaño en el Congreso de los Diputados a picador del pozo Venturo. "Nací", dice, "en Boal (Occidente de Asturias) el 29 de diciembre de 1932. Trabajé en el campo con mis padres y mis once hermanos hasta los catorce años, cuando me fui al salto de Grandas de Safime para llevar botijos de agua a los trabajadores. Mi padre, Serafin Pérez, fue a buscarme y volví a casa, pero me escapé, de nuevo, para comenzar a trabajar de rampero en Carbones Asturianos, hoy, pozo Sañudo. Durante mi infancia acudí a la escuela de enseñanza primaria, en la que aprendí muy pocas cosas. Me fueron mucho más provechosas las clases particulares que nos daban en casa durante los inviernos los maestros marcados por la República, que no podían ejercer su profesión".
Solidaridad en la mina
La admiración de Avelino Pérez hacia su tio Prudencio Pérez, un socialista que estuvo condenado a muerte durante la guerra civil de 1936, orientó su formación política. "Luego", agrega, "el trabajo en la mina ha ejercido en mí una influencia definitiva. Entre los mineros reinaba un ambiente de gran solidaridad. Muchos redimían sus penas con el trabajo en la mina y el contacto con ellos te concienciaba. Cuando en 1954 quise conocer la auténtica organización del PSOE en Asturias, me quedé desilusionado. Pensaba que había una auténtica alternativa a la dictadura y me encontré con pequeños núcleos dispersos. De todas formas, entre los tres veteranos socialistas que yo conocí en el pozo donde trabajaba se respiraba un clima de libertad y de solidaridad que me inclinó, sin vacilación, hacia el Partido Socialista".En mayo de 1958, Avelino Pérez fue elegido secretario regional de la FSA, y en agosto de 1960 fue detenido en Irún por primera vez, cuando trataba de pasar un grupo de jóvenes a Francia para asistir a un cursillo. De Madrid a Oviedo viajó en un tren con las manos en alto atadas a una ventanilla. "al llegar a León tuve que decir a los policías que me mataran si eso era lo que querían, pero que ya tenía la clavícula desecha y no podía aguantar más".
Escayolista en Francia
En Francia, Avelino Pérez (le siguieron su mujer y sus tres hijos) trabajó de peón en la construcción e hizo varios cursos de formación profesional. Cuando ya tenía una posición cómoda ("trabajaba como escayolista para ricos") fue reclamado por Emilio Barbón y Agustín González para dirigir la rama minera de la UGT en la provincia asturiana.
Pocos días después de la muerte de Franco, Avelino Pérez regresaba a España. De la minería pasó a desempeñar la secretaría general de la UGT de Asturias, cargo que compatibilizó durante algún tiempo con el de picador para ponerse al día del pago de la Seguridad Social. En la central socialista encontró entonces un obrerismo a ultranza que chocaba con sus concepciones sindicales. "Era intolerable que a un vigilante se le considerara empresa y no un obrero como los demás. Yo quería una UGT mucho más abierta. En fin, me encontré con algunas cosas que no me gustaban".
El paso siguiente fue la inclusión en la candidatura asturiana al Congreso en 1979. "En Madrid me sentí desconectado con Asturias, por donde había salido elegido. Mi papel se reducía a pulsar un botón en las votaciones y eso no va con mi forma de entender la política.
De su casa a la mina piensa con frecuencia en las razones que motivaron la exclusión de Fernando Morán de las candidaturas socialistas de Asturias a las elecciones del 28 de octubre. "Lo mío", comenta, "puedo entenderlo, pero renunciar a un diputado que se sabía que iba a ser ministro me cuesta más trabajo".
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