_
_
_
_
_
Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El primer congreso de economistas, en el centro de la crisis

La sociedad está atrevesando un momento difícil. Muchos de los valores que la rigen han entrado en una crisis profunda. Nos encontramos ante una crisis general en todos los campos: político, cultural, moral y económico, que ponen en tela de juicio la posibilidad del progreso solidario de la sociedad. Concretándonos en el terreno meramente económico podemos resumir las dificultades que al ciudadano le aparecen por doquier en tres aspectos: pérdida general del poder adquisitivo, es decir, empobrecimiento progresivo; retroceso en el salario social, expresado a través de la baja calidad y la reducción de los beneficios propios del Welfare Estate; y una inseguridad creciente general ante un futuro incierto.Cuanto más profunda e incierta resulta la crisis, más importancia adquieren los aspectos económicos. En la sociedad moderna la economía ha adquirido una importancia creciente, pero en momento de dificultades el interés material crece y convierte a la economía en el centro de todas las decisiones.

La propia ciencia económica ha dejado de tener respuestas claras a las problemas apuntados. Lejos están ya las casi tres décadas de elevado crecimiento económico que siguieron a la Segunda Guerra Mundial. La aplicación con éxito general de la teoría keynesiana hizo afirmar a muchos expertos de prestigio que la ciencia económica había llegado a su plenitud. La crisis general ya no era posible. A partir de los años setenta aparecen fenómenos económicos desconocidos hasta el momento: la llamada stagflation, que hace inoperantes las políticas aplicadas hasta hace poco. A partir de ahí se inicia el proceso de búsqueda de nuevas teorías, que en muchos casos se llevan a la práctica con muy poco éxito, y a un coste social elevado.

La realidad demuestra que quedan pendientes de resolver graves problemas estructurales a los que hoy nadie sabe como darles salida. Pensamos, por ejemplo, en las repercusiones que va a tener en nuestra sociedad y especialmente en el nivel de empleo, la introducción plena de la informática en la Administración pública, en los bancos, etcétera, o en términos similares, la aplicación a fondo de la robotización y de las nuevas tecnologías en los procesos productivos.

Nuevos centros de poder

Otros ejemplos de inquietud pueden ser las repercusiones que en el futuro va a tener para los países desarrollados la aparición y el ascenso en los países periféricos de una producción a bajo coste que imposibilita toda competencia. Pronto se llega a la conclusión de que existen importantisimos ajustes pendientes de resolver, tanto en el modelo de producción y en el comportamiento social, como los derivados de la aparición de un nuevo equilibrio geopolítico, y por tanto de nuevos centros geográficos de poder.

Como vemos, las palabras crisis económica no encierran un concepto abstracto, sino que actúan de lleno sobre el ciudadano, expresándose en términos de dolor y llanto, cuando no de desesperación. Ante todo ello, el ciudadano no comprende nada. Cuando se intenta darle una explicación todavía lo entiende menos: se le habla del diferencial de inflación, de devaluación, de flotación o de la tasa de crecimiento del PIB.

Queda claro que ahora más que nunca existe una aproximación pendiente en la comunicación entre el ciudadano y el político o el economista. Por una parte se deberá hacer un esfuerzo de explicar con palabras llanas lo que se pretende comunicar, pero por el otro aparece claramente un déficit de formación en la sociedad actual. La economía forma parte de la misma vida diaria y por tanto del modelo cultural actual.

Esta exigencia es todavía mayor si tenemos en cuenta que al ciudadano lleva tiempo pidiéndosele sacrificios, y que habrá que seguir pidiéndoselos en el futuro. Tanto por razones de justa correspondencia como para conseguir mejor su aceptación parece obligado explicar mejor las razones que justifican los nuevos sacrificios.

Es ante esta perspectiva de crisis mundial y por tanto española, de larga duración y de salida incierta, que se abre el Primer Congreso de Economía y Economistas de España. En su vertiente científica, el Congreso de Economía va a debatir temas como los apuntados: reajustes estructurales pendientes, el retroceso en el bienestar colectivo, o la inseguridad colectiva ante el futuro, todo ello referido básicamente a la economía española, la cual evidentemente está íntimamente relacionada con la mundial.

La función social del economista

El Congreso profesional, el Congreso de Economistas, trata de analizar la incidencia creciente del economista en los centros de decisión de la sociedad española. A título de ejemplo podemos referir el hecho de que en el nuevo Gobierno de España ocho de sus ministros sean economistas. Nuestra profesión, que es consciente de ello, siente la necesidad de profundizar sobre su quehacer profesional para poder asumir lo mejor posible esta grave responsabilidad. En esta línea los economistas deseamos adecuar al momento actual y al futuro inmediato la definición de nuestra función social.

Un aspecto que nos parece básico, por ejemplo, es definir el valor ético de la profesión de economista. Así como los médicos encarnan ante la sociedad el valor ético de la defensa de la vida, y los abogados la defensa de la justicia, los economistas debemos dar a conocer también a la sociedad cuál es el principio al que servimos. A nuestro entender este valor ético que defiende el economista es la liberación del hombre de sus necesidades materiales, a través de una eficaz asignación de los recursos.

No es poco, pues, el debate y el análisis necesario para poder sacar conclusiones útiles en un foro tan amplio como el que se prevé, aunque el prestigio de los participantes y la calidad del trabajo ya realizado a través de múltiples ponencias y comunicaciones constituye una esperanza de que ello será posible.

No quisiera con este escrito haber dado una visión pesimista de la situación, ni de que nos hallamos en una callejón sin salida. El objetivo perseguido es el de constatar la gravedad del momento y de su futuro inmediato. La crisis actual puede y debe tener una salida positiva, la cual pasa por tener una visión global, solidaria y la largo plazo. No hay duda que aunque la situación se prevé dificil y duradera podremos salir de ella, más pronto y con un coste social más bajo cuanto antes la afrontemos.

Para ello se requiere en primer lugar voluntad de superar la situación de desánimo y por tanto recuperar la ilusión. Más allá del denominado desencanto la sociedad española acaba de recuperar esta ilusión, esta voluntad psicológica de que las cosas cambien a mejor constituye el primer paso.

Francesc Raventós acaba de ser nombrado director general del Insalud. Es presidente del Comité Organizador del I Congreso de Economía y Economistas de España, y decano del Colegio de Economistas de Cataluña.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_