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El último histórico de los 'grapo'

Once miembros de los GRAPO han muerto en enfrentamientos con la policía

Con la muerte de Juan Martín Luna se eleva a once el número de miembros de los GRAPO abatidos por las Fuerzas de Seguridad desde 1979. A esta lista hay que añadir dos muertos cuya autoría no está todavía aclarada, otros dos en las que no ha quedado precisado la pertenencia o no de los mismos a la organización terrorista y, por último, la muerte en prisión, en junio del pasado año, de un miembro de la citada organización, Juan José Crespo Galende, a consecuencia de una prolongada huelga de hambre.Juan Carlos Delgado de Codes, uno de los dirigentes de los GRAPO más buscados por la policía, resultó muerto el 20 de abril de 1979 en la plaza de Lavapiés, de Madrid, por agentes de la Brigada de Información, entonces dirigida por el comisario Conesa. A raíz de este hecho se habló de rivalidades entre los diversos grupos policiales, ya que Delgado de Codes había sido seguido por hombres del entonces jefe superior de Policía de Madrid, Francisco de Asís Pastor.

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El ministro del Interior estaba informado sobre el cerco policial a Martín Luna

Un mes más tarde, el 26 de mayo de 1979, Raúl Calero y María del Carmen López Sánchez, ambos presuntos miembros de esta organización, resultaron muertos en un enfrentamiento con la Guardia Civil, en un control de carreteras, en la provincia de Toledo. A mediados del mes de junio del mismo año, el Ministerio del Interior puso precio a once cabezas de los GRAPO que formaban la lista de los "elementos operativos más importantes" de la organización. Las recompensas oscilaban entre 300.000 y dos millones de pesetas. Dos de los integrantes de esta lista, Alfonso Rodríguez García y María del Carmen López Anguita, fueron detenidos pocos días después en Madrid. Al parecer, una filtración impidió, en esta ocasión, la captura del cerebro de los GRAPO, José María Sánchez Casas, que actualmente cumple pena de prisión.

El día 15 de agosto de 1979, funcionarios del Cuerpo Superior de Policía dieron muerte, en un enfrentamiento armado, a uno de los once grapo más buscado por la Seguridad del Estado, Pedro Tabanera López, en la estación de ferrocarril de El Escorial (Madrid).

Abelardo Collazo Araújo, destacado dirigente de los GRAPO desde su creación, murió por disparos de la policía el 29 de agosto de 1980 en el barrio de Cuatro Caminos, de Madrid, cuando era seguido en unión de otro miembro del grupo, José Luis Fernández, quien resultó gravemente herido.

Cuatro miembros más de la organización terrorista, Albino Gabriel López, Dolores Castro Saa, Roberto Liñeira y Antonio Cabeza, fueron muertos por la Guardia Civil, en junio de 1981, en el término de Les Lloses (Gerona); los dos primeros, en el curso de un tiroteo en el cuartelillo de esa localidad, y los otros dos, en un camping cercano a la misma. Finalmente, Enrique Cerdán Calixto, considerado el miembro más peligroso de los GRAPO, resultó muerto en un tiroteo con la policía el 5 de septiembre de 1981, en Barcelona, cuando intentaba huir del cerco policial establecido alrededor del apartamento que tenía alquilado en la barriada de la Vallcarca, en la zona alta de la ciudad. Con la muerte de Cerdán Calixto, el único dirigente histórico en libertad era Juan Martín Luna, fallecido ayer. Asimismo, Cerdán y Martín Luna eran los dos únicos grapo del grupo de cinco fugados en diciembre de 1979 de la prisión de Segovia que no habían sido capturados.

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Mención aparte merece el caso de José España Vivas, muerto el 6 de septiembre de 1980 en la Dirección de la Seguridad del Estado. Aunque la policía afirmó su pertenencia a los GRAPO, tanto su familia como el Ayuntamiento de Alcalá de Henares negaron que perteneciera o hubiera pertenecido a dicha organización.

Por otra parte, dos supuestos miembros de los GRAPO, Francisco Martín Izaguirre y Aurelio Fernández Cario, fueron asesinados en la región parisiense el 28 y 29 de junio de 1979. Las versiones sobre el suceso apuntaron a los llamados servicios paralelos, o a la posibilidad, apuntada por algunos diarios franceses, de que un importante industrial español hubiese pagado a miembros de la mafia marsellesa para que, uno a uno, eliminasen a miembros de este grupo y de la organización ETA.

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