El nuevo alcalde de Barcelona anuncia que seguirá los pasos de Narcís Serra
La continuidad y la profundización del trabajo realizado en los últimos tres años y medio por Narcís Serra, para la consecución de una ciudad olímpica y metropolitana, es el objetivo fundamental del programa de actuación que el nuevo alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, presentó ayer ante el pleno del consistorio y un numeroso público que abarrotaba el Saló de Cent del Ayuntamiento.Con semblante tranquilo, voz grave y escasa entonación, Pasqual Maragall fue desgranando los trece folios de su primera declaración como alcalde, renunciando a presentar un programa de transición para los cuatros meses que restan al actual equipo municipal, en beneficio de una propuesta para el segundo mandato democrático.
Fue un discurso breve, más elogiado por su contenido que por su forma. Era poco más de las una de la tarde. En el Saló de Cent reinaba todavía la emoción del último "fins sempre" pronunciado por Narcís Serra, y Conxa Villalba, la esposa del virtual Ministro de Defensa, exteriorizaba por primera vez en público su emoción, llorando en el primer banco de los invitados. La teniente de alcalde Mercè Sala leyó el resultado de la votación: veinticinco votos a favor (PSC y PSUC), trece votos en blanco (CiU y CC-UCD), dos abstenciones (ERC) y tres ausencias correspondientes a los concejales centristas Carles Güell, Josep Miró y Jordi Guillén.
"El 15 de mayo de 1979, en este mismo salón, señalé los criterios de austeridad, eficacia, información, descentralización y conexión con el Arca Metropolitana, que debían guiar la reforma del Ayuntamiento. Hoy, porque queda mucho camino por andar, me reafirmo en su necesidad." Pasqual Maragall tomó la palabra para dejar claro que no gobernaría en forma alguna con complejo de transitoriedad.
"Barcelona ciudad", prosiguió, "ha elevado en los últimos años su proyección. Barcelona no es un titánic. Al contrario: la aspiración olímpica, el liderazgo de los municipos españoles, las manifestaciones artísticas y los contactos internacionales, la han situado en una cota superior que hay que mantener y reforzar".
Maragall puso especial énfasis en el papel que jugó Barcelona en el mantenimiento de la confianza de España en sí misma, tras los sucesos del 23 de febrero de 1981. "Esto fue posible", dijo, "gracias a esta extraña conexión que existe entre el pueblo de Barcelona y los Reyes de España, siempre que estos han representado un papel de apertura y progreso, que es consustancial a nuestra manera de sentir como ciudadanos".
Refiriéndose a la celebración en Barcelona del homenaje a las Fuerzas Armadas y a la petición que en aquellas fechas realizó Narcís Serra para que el Rey apoyara la concesión a la ciudad de los Juegos Olímpicos de 1992, afirmó que "esta conexión tuvo un intérprete atrevido y sutil en Narcís Serra, a quien todos debemos rendir un homenaje sincero por su coraje y por su visión en aquel momento que se convirtió, además, en el punto de partida de una ilusión de futuro que todos los barceloneses comparten".
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