Ser anciana
Hace unos días, en cierta noticia, la palabra anciana precedía a la edad (63) de la víctima de un tirón. Soy una mujer que acaba de cumplir 63 años. Aparte de las dichosas labores domésticas, para las que no tengo la menor ayuda, cavo, riego y cuido mi jardín; pinto, empapelo, ocasionalmente hago traducciones, me trago dos periódicos diarios, leo cuanto puedo, hago tediosas gestiones matutinas de ventanillas, bancos, etcétera, y -dentro del más estricto presupuesto- me salen unas comiditas que ganas me dan de invitar a Vázquez Montalbán. Y aún me quedan energías para discutir con mi marido cuando se enfurrulla ante la idea de ir al teatro, cine, de copas o a oír jazz, que éste sí que es un viejo vicio.Yo creo que es injusto, queridos redactores, que cuando se trata de publicar esas antipáticas noticias de soponcios, accidentes, atracos o tirones a personas ya no -¡ay! jóvenes antepongan siempre la dichosa palabrita.
Gracias, majos, y a enmendaros, que pronto llegaréis y ya veréis qué rabia da. /