El Banco Industrial del Mediterráneo
El Banco Industrial del Mediterráneo (BIM) fue creado en 1972, por cerca de 2.000 accionistas, a la cabeza de los cuales estaban el antiguo industrial textil Julio Martínez-Fortún y el joven ejecutivo Xavier Ribó Massó. A diferencia del BIC, que participaba en industrias con porcentajes cercanos al 20%, sin tomar en principio la responsabilidad de la gestión, el BIM tomó algunas participaciones mayoritarias. Sus problemas financieros le empujaron a la órbita de Banca Catalana en enero de 1979. No existía aún el Fondo de Garantía de Depósitos, por lo que la ayuda del Banco de España se hizo en forma de créditos a largo plazo y bajo interés, y no a fondo perdido. Se airearon entonces una serie de cifras inexactas. Los créditos alcanzaron los 14.000 millones de pesetas. El diferencial entre el bajo tipo de interés a que fueron concedidos y el del mercado debía permitir la cobertura del desequilibrio patrimonial. Ello fue insuficiente. Pocos meses después, el Fondo debió inyectar nuevas ayudas, si bien Catalana conservó el control., Entre las empresas participadas del BIM destaca la textil Nurel, con una facturación anual cercana a los 9.000 millones de pesetas, cuya fusión con Brilen -del BIM- está prevista desde hace tiempo. Junto a ella están las tres firmas del grupo valenciano Vilarrassa, que ha sufrido un importante proceso de reconversión con ayuda oficial; el grupo textil Sadia (compuesto por el holding del mismo nombre, que está en suspensión de pagos, pero sigue facturando; Hilaturas de Portolín, Novofil, Jaime Ribó e Hilaturas y Cordelería) y el grupo Commetsa, compuesto por tres empresas (Commetsa, en suspensión de pagos, Complasa y Situbsa) dedicadas a plásticos, asientos y tubos de escape para automóviles. Las otras industrias son de menor dimensión. En general, se arrastran pérdidas, pero parece que no se generan nuevas.
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