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La selección española, sin fuerza

La superioridad que se esperaba de los Maorís se confirmó por dos razones fundamentales: su mayor ritmo, pues la falta de fuerza física del amateurísimo rugby español es ya endémica -su aceptable técnica se pierde hasta con rivales sólo fuertes, como Polonia, por ejemplo- y la ausencia de placaje en los centros españoles, que abrieron aún más huecos en defensa. El buen juego de delantera, incluso ganando touches a rivales más fuertes y altos, de poco sirvió con fallos posteriores tan grandes.Si ello ha supuesto que España milite esta temporada en la segunda división europea tenía que ser mucho peor ante un enemigo tan potente como el de ayer, que jugó a placer. Los Maorís atacaron con mauls de sus delanteros, o con aperturas a sus tres cuartos, de forma encadenada y magnífica. Al menos, aunque sin lucha, se les pudo admirar.

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