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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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Esperanza en los aires renovadores

Cuando aún no se han apagado los ecos de las últimas elecciones legislativas y están a punto de abrirse las ventanas que esperamos traigan un aire renovado a nuestra sociedad y por ende a nuestro deporte, quiero asomarme a la opinión pública para, desde la humilde perspectiva de un hombre que le debe todo al deporte, apuntar una serie de ideas que espero puedan recoger, estudiar y dar forma, si son factibles, las personas que en breve tendrán la bonita y difícil misión de dirigir nuestro deporte.Es sabido por todos que existen, en síntesis, tres maneras de entender el deporte y que todas son necesarias y complementarias.

La primera es la que intenta llevar la práctica deportiva a todos los rincones del país y se entiende como el derecho que tiene el ciudadano a poder gozar de las facilidades necesarias para optar a una vida más sana mediante el ejercicio físico y el deber que tienen los poderes públicos de poner los medios necesarios.

La segunda, que se conoce como deporte de base, donde se canalizan en las diversas disciplinas las inquietudes primeras de aquellos que quieran profundizar más en el conocimiento y práctica de una determinada actividad deportiva.

Y la tercera, que conocemos como deporte de elite, adonde acceden los que, superados los primeros escalones con entrega y sacrificio, llegan a hacer del deporte un modo y en ocasiones un medio de vida.

A estos tres escalones del deporte los distintos países y sus modelos de sociedad dan diferentes tratamientos, pero un hecho es común, sea una u otra la fórmula que empleen: los tres son necesarios y los tres se complementan.

El Estado, responsable

No hay duda alguna de que en el primer caso, contemplado siempre como un bien social, el Estado es responsable, como ya dijimos, de procurar los medios necesarios para llevarlo a efecto a través de sus diferentes organismos.A partir de ahí, y hasta ahora, ha existido tal diversidad de dependencias burocráticas, que ha sido difícil para un deportista perseverar en el empeño de mejorar, y sólo la fuerza de voluntad de algunos y el azar lo han hecho posible.

Aun reconociendo que desde la temprana edad hasta la madurez nos formamos en la actividad física en distintos medios (escuela, colegio, formación profesional, empresa, etcétera), creo que debería existir algún nexo de unión con autonomía propia y el suficiente poder para, aun teniendo ramificaciones en las distintas áreas, gozar de la última palabra.

Una vez superadas las etapas primeras y situados en el deporte federado, creemos que las distintas federaciones deben gozar de la suficiente autonomía responsable y dependiente del organismo superior; autonomía, que las llevará a generar sus propios recursos y a recibir las subvenciones estatales necesarias, que no fueran siempre, como hasta ahora, proporcionales al número de licencias, pues si queremos que los deportes llamados minoritarios dejen algún día de serlo debe existir una mejor redistribución de la ayuda con todos los módulos correctores necesarios.

Cuando tras ese esfuerzo en la base se consigue una mayor profusión de deportistas de elite, aquellos que, sacrificando muchos momentos de ocio y preparación para otras actividades, llegan a alcanzar cotas importantes que dan grandes momentos de alegría y prestigio a nuestro país, creemos que es válido y de justicia el planteamiento del partido socialista en su campaña electoral para que, cuando por impedimentos de la edad tengan que dejar la práctica activa de competición, puedan ganarse la vida con un trabajo digno. Y al deportista que tuvo la suerte de que sus esfuerzos fueron compensados económicamente, cuando llegue también su retirada y busque la manera de invertir sus pequeños ahorros, hablo de la mayoría, para labrarse un porvenir, no se encuentre que la mayor parte se quedó en los impuestos, y, si fuera así, por lo menos que vea su esfuerzo y contribución al erario público compensados para los otros muchos años que le quedan por vivir a él y su familia.

En otro orden de cosas, y volviendo la mirada al ejemplo de otros países, que hasta hoy también nos superan en deporte, sería interesante encontrar la fórmula para que pueda la iniciativa privada contribuir a la subvención de determinados deportistas, sociedades o clubes y federaciones, facilitándoles importantes exenciones fiscales a ese dinero que busque la promoción y publicidad a través del deporte.

Yo sé que todo lo que anteriormente he dicho no es nuevo, y ya personas mucho más cualificadas lo han apuntado desde distintos estamentos, pero lo que sí sería una novedad, y nadie ha hecho, es llevarlo a la práctica o por lo menos intentarlo.

Cristóbal Rodríguez es médico y ex baloncestista internacional.

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