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Visita de Juan Pablo II a España

El Papa defiende un apoyo estatal a la universidad católica

En el marco de la facultad de Derecho de la Universidad Complutense, cuya entrada principal limita con la facultad de Filosofía, construida por la República y engalanada para la ocasión con una Virgen de la Almudena y una cruz blanca sobre fondo rojo, Juan Pablo II expuso unos "datos fundamentales de antropología cristiana" ante un cualificado público académico, especialmente invitado por la Conferencia Episcopal. El Papa, tras afirmar que sin Dios no hay visión integral del hombre, abogó "por unos acuerdos prácticos que permitan a las universidades católicas dar a las universidades nacionales el servicio original propio".

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Cuatro helicópteros hicieron aparición en el cielo del campus universitario a las diez de la mañana. A esas alturas de la mañana ya había ocupado sus lugares de invitados García Valdecasas, Robles Piquer, Cruz Martínez Esteruelas, Carlos Ollero, Garrido Falla, Joaquín Calvo Sotelo, Ricardo de la Cierva, López Rodó, Arturo Moya, Navarro Rubio, Salustiano del Campo, Rafael Termes, que acompañaban al rector de la Complutense, Francisco Bustelo.A pesar de ser un acto académico, un público fiel y ya conocido esperaba al Papa desde unas horas antes. En un lugar estratégico los universitarios de Pamplona habían colocado su monumental pancarta "Amote Univ", flanqueda de otras que rezaban "Univ viva el Papa" o "Hasta Javier". Para calentar la espera, estos jóvenes invitaban a corear, armados de megáfonos portátiles, gritos como "Por el Papa, a Cristo, por María", "no te vayas, quédate". Y si unos andaluces, guitarra en ristre, tarareaban por sevillanas "en amor no vale decir que no", otra voz microfóníca se arrancaba con la plegaria del Avemaría.

Tras los saludos y regalos de rigor, el Papa procedió a dar lectura a un obligado discurso en el que expuso detenidamente su concepto del hombre, ya expuesto en la encíclica Redemptor Hominis, y materia de su docencia en Polonia.

Juan Pablo II comenzó recordando la relación entre fe y cultura, tan característica del catolicismo: "el vínculo del evangelio con el hombre es creador de cultura en su mismo fundamento. La síntesis entre cultura y fe no es sólo exigencia de la cultura, sino también de la fe. Una fe que no se hace cultura es una fe no plenamente acogida, no totalmente".

Modelos de simbiosis entre fe y cultura los hay numerosos en la milenaria historia del catolicismo: el paulinismo, el constantinismo, su Polinia natal. También España. Una mirada a esa historia puede ayudar a la hora de formular criterios válidos que permitan hoy rehacer esos encuentros creativos entre la fe y la cultura. El Papa destacó tres.

En primer lugar, la libertad de creación. La universidad fue creativa, en el pasado, porque dispuso de una auténtica autonomía. Naturalmente que esa autonomía está limitada, por lo referente al trabajo teológico, por la fidelidad al magisterio. Pero aún así, y pese a las mismas trabas de la Inquisición -que creó "tensiones, errores y excesos", dijo- la universidad española de aquellos siglos mantuvo esa apertura universal -segundo criterio de la creatividad intelectual- que la hizo interesarse por todos los temas y extenderse a treinta lugares de la America recien descubierta.

"Vuestra nación", nombre con que invariablemente nombra el Papa la unidad de España, "ha sido el crisol donde tradiciones muy ricas se han fundido en una síntesis cultural muy rica", hasta lograr "una civilización critiana ampliamente abierta a lo universal". Esta interpretación de la historia española, en la que lo cristiano ha sido el elemento aglutinador de las demás culturas, es una idea cara al Papa actual, pero responde mas, por lo que a investigación histórica se refiere, a la interpretación de Donoso Cortés que a la de Américo Castro. Para este último, España es un encuentro de tres castas, la judía, la mora y la cristiana. Prevaleció la casta guerrera, la cristiana, en detrimento de las otras dos.

Finalmente -y éste sería el tercer elemento de la creatividad un¡versitaria- "vuestros maestros y pensadores tenían el sentimiento de servir al hombre integral". Luego explicaría que el hombre integral es concebirle "como creado a imagen de Dios".

Defensa de la universidad católica

En esa tarea de lucha contra el consumismo y la cosificación del hombre, contra la carrera armamentista, por ¡ajusticia y la dignidad del hombre son, a juicio del Papa, necesarias varias condiciones. Primero, libertad de investigación, que la Iglesia apoya "porque está convencida que no puede haber contradicción entre fe y cultura". Segundo, cooperación interdisciplinar, que el Papa entiende como una convergencia entre religión y ciencia "en el descubrimiento de la realidad integral, que tiene su origen en Dios". Si Dios está al final de la investigación, viene a decir el Papa, no hay miedo de que la ciencia opere con libertad en el análisis de la realidad, porque esta le conducirá a Dios.

Consecuente con su idea del humanismo cristiano, entendido como una aportación directa de la fe a la cultura, Juan Pablo aprovechó la ocasión para hablar de la universidad católica. Para el Papa el interés de la Iglesia por la universidad deriva del hecho de que ahí "se forman las generaciones que ocuparán los puestos clave en la sociedad de mañana". Pues bien, concretaba el Papa: "en un diálogo entre responsables de la Iglesia y de los poderes públicos, es deseable que se logren acuerdos prácticos que permitan a las universidades católicas dar a las comunidades nacionales el servicio original propio. Reconociendo esta aportación, los poderes públicos sirven en definitiva la causa de las identidades culturales, múltiples y diversas en la sociedad pluralista de hoy".

El discurso de Juan Pablo sobre la relación entre religión y cultura se produce en un pais en el que, tras la fórmula histórica conocida como civilización cristiana, la religión ha quedado marginada, como en ningún otro pais europeo, de la vida cultural, particularmente de la universidad civil. Este hecho dió origen hace años a iniciativas como los de Foro Anual del Hecho Religioso -ausentes sus participantes, creyentes y no creyentes, del citado acto en la Facultad de Derecho- que se ha planteado estudiar la relación entre religión y cultura, respetando el marco laico de la cultura, debatiendo críticamente las aporías de la modernidad, pero conscientes de la irrepetibilidad del pasado.

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