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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Antiflema británica

Tony Richardson es un director inglés nacido en el teatro, a la sombra de la generación de dramaturgos británicos conocida como los jóvenes airados, allá en los años cincuenta. Tras sus primeros pasos en el teatro, entró en el cine adaptando una de las más conocidas obras teatrales de esta generación, Mirando hacia atrás con ira de John Osborne, en 1959.

En esta película se lanzó a la fama universal un actor, Richard Burton. Y, en realidad, el punto más sólido de los trabajos cinematográficos de Richardson iría siempre por este lado: sabe sacar partido de los actores, aplicándoles una mezcla bastante equilibrada de disciplina y de libertad en su trabajo, lo que favorece el trabajo de los actores histriónicos, como Burton, Trevor Howard, pese a la desdichada película que es La carga de la brigada ligera, Albert Finney o Hugh Griffith.

Esta peculiaridad se percibe en las mejores películas de Richardson, como La soledad de un corredor de fondo y Tom Jones, muy bien interpretadas ambas, y que marcan el punto más elevado de la carrera de este director, cuando aun era joven. Las dos citadas películas le encumbraron, convirtiéndole en uno de los más solicitados directores del mundo. Hollywood se lo llevó, pero lo cierto es que Richardson no ha vuelto a recuperar el tono que le llevó a hacer estos dos filmes, y su obra cayó en picado tras de ellos.

Tom Jones es una adaptación muy viva y alegre de la novela de Henry Fielding, uno de los monumentos de la picaresca inglesa del siglo XVIII. El guión lo hizo precisamente John Osborne, autor de fondo del primer filme de Richardson, y ciertamente lo hizo muy bien. Las aventuras del gozador Jones, tras las que se perfila un despiadado retrato de la Inglaterra de su tiempo, se siguen con facilidad, casi se devoran.

A ello contribuyen decisivamente los intérpretes Albert Finney, Susannah York y, sobre todo, el gran Hugh Griffith, un descomunal actor teatral inglés, que aquí hace una creación recargada, propia de superdotado del gesto, genialoide cuando menos, uno de esos lujos que sólo puede permitirse, de cuando en cuando, el teatro y, de carambola, el cine inglés: como Robert Newton, John Gielgud, Stanley Holloway, Anthony Quayle y tantos otros.

Richardson no es un cineasta excepcional y, por lo tanto, ni siquiera esta su mejor obra puede serlo. Es una película digna, divertida, con una historia trepidante y lúdica, que se disfruta fácilmente y que rompe con ese banal tópico de que el humor inglés, como los propios ingleses, es flemático, comedido e indirecto. Todo en Tom Jones es un rizo erótico, un equilibrio sobre el exceso, el juego y el gozo. Algo, aunque este excelente guión en manos de un director de más fuste podría haber dado mucho más de sí, se transmite a las formas de este filme de su contenido.

Tom Jones se emite hoy a las 22.30 por la primera cadena.

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