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Un fallo en una rueda propició el accidente del DC-10 de Spantax en Málaga

El accidente que sufrió el DC-10 de la compañía charter Spantax el pasado día 13 de septiembre en el aeropuerto de Málaga se debió, según ha podido saber EL PAIS en fuentes dignas de todo crédito, al desprendimiento parcial de la cubierta de la rueda derecha del morro sin que ésta llegase a reventar ni a perder presión. En el siniestro perdieron la vida 50 viajeros que se trasladaban a Nueva York. La Comisión Nacional de Investigación tardará aún varios meses en hacer público su informe oficial.

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Los hechos, a falta de una versión oficial definitiva, pudieron ocurrir de una forma que coincide con la hipótesis sostenida desde el principio por este periódico. El DC-10, matrícula DEG, de la compañía charter Spantax voló el día 13 de septiembre a primera hora de la mañana desde Palma de Mallorca con destino a Madrid. Sobre las 9.30 horas despegó del aeropuerto de Madrid, Barajas, en vuelo a Málaga, en cuyo aeropuerto completó el pasaje hasta los 380 viajeros. La tripulación la componía el comandante, un segundo piloto, un mecánico de vuelo y trece azafatas.Sobre las 11.45 horas de la mañana, el DC-10 se encontraba en la cabecera de pista. La torre de control del aeropuerto de Málaga autorizó el despegue del avión. El comandante, Juan Pérez Pérez, accionó los mandos de los motores. A su derecha, Carlos Creus Ramírez de Elar, segundo piloto, vigilaba el panel de instrumentos. El mecánico de vuelo, Teodoro Cabejas Baruque, acababa de hacer el último checking list. Las alas alojaban dos tercios de la capacidad máxima de combustible. Todo estaba O.K.

El avión comenzó a ganar velocidad. El comandante había colocado el aparato en condición de despegue con los flaps a 8 grados; su mano derecha permanecía apoyada en los mandos de los tres reactores; la izquierda agarraba los cuernos y los pies dirigían el timón de cola.

El DC- 10 se aproximó a la velocidad V-1, velocidad de decisión a la cual, en caso de fallo de motor durante el despegue, el piloto al mando puede optar por interrumpir la maniobra y parar la nave con toda seguridad en lo que queda de pista. Carlos Creus miraba los relojes del panel. Todo estaba O.K. La velocidad crecía: 140, 150..., 160 nudos (aproximadamente, 320 kilómetros por hora). A partir de este momento todo fue fugaz. Juan Pérez abandonó las palancas de mando de los motores para agarrar los cuernos y ayudar al avión a despegar. Carlos Creus notificó al comandante que el avión se encontraba en V-1. El comandante comenzó a sentir extrañas vibraciones en la cabina; miró el panel de instrumentos y comprobó que todos los sistemas funcionaban con normalidad.

La vibración fue en aumento. Desde la cabina, el comandante Pérez Pérez no podía ver que la rueda derecha del tren delantero perdía trozos de la banda de rodadura. El avión se aproximaba a la velocidad VR, velocidad a partir de la cual el avión comienza a levantarse. El DC-10 rodaba a 180 nudos (360 kilómetros por hora, aproximadamente). El morro llegó a levantarse. En ese instante, en la cabina las vibraciones se Intensificaron aún más. Juan Pérez no podía saber que la rueda, al perder el contacto con el suelo, rodaba libre y desequilibradamente y transmitía aquellas trepidaciones.

Juan Pérez debió tener la sensación de que sufría un problema de mandos y decidió abortar el despegue. En un movimiento rapidísimo su mano derecha tiró hacia atrás de las palancas de los mandos de los motores, para colocar los reactores en reversa y potenciar la acción de frenado. Modificó la situación aerodinámica del avión en el mismo sentido y, al mismo tiempo, con los pies accionó los pedales de los frenos.

El DC- 10 agotó la pista, sobre la que quedaron huellas de las trazadas de las ruedas. Entró en el campo de tierra que bordea aquella parte del aeropuerto y, en su loca carrera, el motor número tres, el de la derecha, fue a chocar contra un ILS. El motor se desprendió y el ILS quedó destrozado. El avión siguió su trayectoria, atravesó la autovía que une Málaga y Cádiz y entró en unos viveros de Icona. Antes de detenerse, el ala derecha colisionó con una caseta, se desprendió, derramó combustible y el avión comenzó a incendiarse.

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