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Reportaje:Presencia de España en Estados Unidos/ y 3

La rutina y la falta de medios caracterizan la actividad de la Administración española en EE UU

Un clima, en definitiva, que debe atribuirse, en gran parte, a la ausencia total de una estrategia hacia Estados Unidos por parte del Gobierno español; a una escasez de medios económicos y a un aparente desinterés hacia un coloso como EE UU, donde los es quemas de actuación oficial definidos por Madrid parecen ser los mismos que los del último país donde España tiene representación diplomática.No hay un solo centro cultural español en EE UU; no hay un solo centro comercial; no hay, siquiera, una oficina de Prensa en una ciudad de la dimensión y el impacto de Nueva York. No es extraño que, para los norteamericanos, España sea algo de difícil percepción. Como país, como cultura o como productos made in Spain.

Las dimensiones continentales de Estados Unidos son definidas, simbólicamente, como un elefante por parte del embajador de España en EE UU, Nuño Aguirre de Cárcer. "Un elefante al que España puede hacerle cosquillas", dice el embajador, consciente de las enormes diferencias de potencial, pero muy preocupado por mejorar la situación Recién llegado a la sede de la Embajada, situada en uno de los peores barrios de Washington, Aguirre de Cárcer quiere potenciar la coordinación entre la Embajada, consulados y otras de pendencias.

Un país inexplorado

Mientras la residencia del embajador -una bella mansión de los años veinte, construida para vivienda del vicepresidente de EE UU- es muy digna para cenas y recepciones, la cancillería aneja es indigna de una España moderna.

"Ha habido muchos proyectos para mejorarla", comenta un diplomático, "pero no hay dinero". Los presupuestos de Asuntos Exteriores no dan para tanto. Y así, año tras año, España tiene una Embajada en Washington sin una sola sala de reuniones, con una minihabitación como recepción de la cancillería, y oficinas casi tercermundistas -como la centralita telefónica, digna de una reliquia de museo- que equipan la representación diplomática española en el país más importante del mundo.

Los servicios de Prensa se encuentran en los sótanos, lo que se refleja, en muchos casos, a la hora de recibir información. Otras dependencias están desperdigadas, por falta de espacio, en todo el área de Washington.

No es extraño que, en tales condiciones, la inercia predomine en la labor de la Administración española en EE UU, aun con la mejor voluntad de muchos de sus funcionarios. No hay presupuestos para comisiones -siempre pendientes de la aprobación previa de Madrid-, dándose casos, por ejemplo, de que el cónsul de España en Houston no pudo ir a la inauguración de una Semana de España en Dallas, ciudades ambas del Estado de Texas.

"Somos conscientes de la necesidad de una política a largo plazo", dice un diplomático, pero las iniciativas maestras deben llegar de Madrid. Aquí sólo podemos sugerir proyectos e ideas suplementarias y ejecutarlos".

Exposiciones, coloquios, envíos de material a escuelas, contactos esporádicos con los profesores españoles más prominentes en Estados Unidos, país donde el español es la segunda lengua -con veinte millones de hispanohablantes- y la primera extranjera estudiada en las universidades, completan el panorama de actividades de presencia de España en EE UU.

Naturalmente, otras actividades de signo menos rumboso, pero no por ello menos efectivo, como las relaciones comerciales, industriales, culturales y, sobre todo, militares, figuran en la agenda de la actividad de la Administración española en EE UU, un país que España descubrió pero que, en sentido figurado, en la España de hoy está todavía por explorar.

Medios mal utilizados

"España tiene pocos medios y están mal utiRzados", comenta un diplomático español en Nueva York, no menos pesimista que algunos de sus colegas en Washington a la hora de hacer balance de la presencia española en EE UU. Añade la utilización errática de los fondos para actividades culturales o el reparto tradicional de ayudas a los profesionales de las subvenciones.

Cita el ejemplo de la Casa de España en Nueva York, situada a dos pasos de la sede de la ONU, donde el lío sobre compe tencias entre el Instituto Español de Emigración, consulado y otras personas es digno de una novela de ficción científica. "Si no tuviera el restaurante, no la pisaría nadie", agrega el diplomático. Hay, no obstante, una agenda mensual de actividades diversas, pero de escaso impacto en una ciudad como Nueva York, en la que se necesitan mu, chos medios, o muchos contac tos, para movilizar a la gente.

"Hace falta una institución cultural española en Nuev York", añade el diplomático acompañada de una mayor utilización de lo poco existente como el Spartish Institute, organización privada norteamerica na promotora de la cultura espa hola en Estados Unidos, vía David Rockefeller, donde en la gala anual se sirve vino francés en la cena. Administración, empresas bancos, hispanistas americanos congresistas y empresas españo las con intereses en EE UU son puntos a entrelazar para activi dades que puedan,realzar lo es pañol en Estados Unidos.

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