El ex presidente, partidario de renegociar la adhesión a la OTAN
Adolfo Suárez compareció anoche, durante una hora, ante las cámaras de televisión en la primera de una serie de entrevistas con los líderes políticos que se emitirán durante la presente semana. Suárez ofreció una imagen calificada como "cautivadoramente conciliadora" por uno de los periodistas que le entrevistó, no fumó un solo cigarro en toda su intervención, y demostró un gran dominio del medio televisivo.El ex presidente manifestó que, si participara en el Gobierno salido de las próximas elecciones o fuera llamado a colaborar, sería partidario de renegociar la integración de España en la OTAN para que se produjera una integración en Europa "a todos los niveles", con inclusión de una cooperación internacional para la lucha contra el terrorismo y el inicio de "un camino de solución para el tema de Gibraltar".
Suárez dijo que la economía española es absolutamente dependiente de la internacional, sólo que "nosotros aguantamos el torrente del chaparrón sin paraguas". En consecuencia, añadió, habría que proyectar una política industrial a largo plazo y "actuar sobre campos de futuro, como las grandes industrias electrónicas, espaciales, de investigación de fondos marinos o de energías renovables".
El líder del CDS respondió a la pregunta de cómo veía su propio centro aludiendo a la necesidad de supremacía del poder civil, de consolidación del sistema democrático y de iniciar, para ello, un camino de tolerancia entre todos los españoles y aseguró: "Tenemos voluntad política de llevarlo a cabo y posibilidad de llevarlo a cabo".
No obstante, Suárez confesó que "en mi esquema no está ganar las elecciones de ninguna forma". "Yo preferiría", añadió, "que dentro de cinco meses haya gente que diga "me equivoqué no votando a Suárez" antes que "me equivoqué votando a Suárez'". El ex presidente del Gobierno afirmó que "no hay nada previsto" sobre un posible pacto poselectoral con el Partido Socialista", aunque "el Gobier no próximo debe ser muy fuerte parlamentariamente y todos estamos implicados en la gobernabilidad del Estado, pues si no estamos alimentando golpistas".
Suárez aseguró no conocer con anterioridad el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, porque, si no, hubiera permanecido en el poder, y afirmó que su dimisión se debió a la animosidad de las fuerzas políticas y sociales y a las repercusiones de las críticas en el seno de su partido. "Vuelvo porque hay rumores de que si ganara una determinada fuerza política podría ser conveniente un golpe de Estado y porque lo primero es defender la voluntad popular salida de las urnas".
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