Rafael Caldera: "Deseo abrir las puertas de Venezuela a la inmigración española"
Rafael Caldera, de 66 años, es el candidato del partido socialcristiano venezolano COPEI a la presidencia de la República de Venezuela en las elecciones de 1983, que se prevén duramente reñidas entre su partido y la formación socialdemócrata Acción Democrática. Presidente de su país de 1969 a 1974, Rafael Caldera pasa por ser uno de los políticos más poderosos de su país. Ha presidido la Unión Interparlamentaria y la Organización de la Democracia Cristiana de América. Recientemente ha visitado Madrid para asistir a un seminario internacional democristiano. Con él conversó un redactor de este diario.
Pregunta. Si accede a la presidencia venezolana, ¿qué reforzará, cambiará o innovará de la política de su antecesor, Luis Herrera Campins?Respuesta. La gestión del actual presidente ha tenido que incluir una serie de tareas un poco difíciles y desagradables, como la de ponerle límites a la inflación desencadenada por la elevación de los precios del petróleo. Tras lo ocurrido recientemente en México, se aprecia mejor el esfuerzo de Venezuela para no deslizarse por la misma pendiente.
Cumplida esta tarea, es el momento de reactivar la economía, sobre todo en aquellos sectores donde pueda generarse empleo. El problema estratégico de Venezuela es que el petróleo crea dinero, pero no genera empleo. Unicamente el petróleo emplea al 1% de la población activa, unas cuarenta mil personas.
Por otra parte, la economía del petróleo crea dificultades a la agricultura y a la industria mientras las áreas marginales se expanden, y hay que desplegar un gran esfuerzo para asegurar un nivel de vida a la población. A la vez, habrá que reajustar el auge del empleo burocrático, una suerte de derivación procedente del déficit laboral ocasionado por el petróleo.
P. ¿Cuáles son los nuevos elementos de la oferta electoral de su partido, el COPEI socialcristiano?
R. Se trata de darle al segundo cuarto de siglo de la democracia venezolana un rumbo audaz, en el cual tendremos que aplicar con firmeza la justicia distributiva en el gasto público y ofrecer a la juventud -en cuya educación se están invirtienido cuantiosos recursos- la oportunidad y la exigencia de asumir tareas útiles para la nación.
P. La crisis de las Malvinas, ¿en qué medida ha afectado a las relaciones interamericanas?
R. Tras la crisis se ha puesto de manifiesto una vez más la necesidad de desarrollar lo que yo he venido llamando la solidaridad pluralista latinoamericana porque, sean cuales fueren las dificultades -a veces grandes- entre los distintos sistemas políticos que componen nuestro subcontinente, entre nuestros países hay intereses comunes que nos obligan a marchar unidos para dar a América Latina el reconocimiento y la importancia que le corresponde.
P. ¿Van a variar las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos?
R. Las consecuencias de la crisis de las Malvinas, indudablemente, se reflejan en las relaciones hemisféricas, pero no podemos ignorar que estamos dentro del hemisferio americano, que Estados Unidos es el país que mantiene el mayor intercambio económico con Venezuela y que es aquel país del extranjero donde más jóvenes venezolanos estudian.
Esto puede modificarse con una política de acercamiento a Europa, si Europa se decide a tomar actitudes valientes para incrementar su relación con nosotros; pero lo anterior no puede desconocerse en su realidad.
P. ¿Qué pasos piensa dar para mejorar las relaciones entre Venezuela y España?
R. Todos los días hay nuevas posibilidades y los intercambios culturales y económicos se están incrementando a diario. Las relaciones económicas hispano-venezolanas están tomando un camino más firme y más claro, y, por otra parte, he manifestado mi disposición a abrir las puertas, en forma racional, pero importante, a la inmigración española a Venezuela., que es un elemento fundamental para la vinculación de nuestros pueblos.
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