Una política de buenos propósitos

"La cultura de un pueblo es el resultado de la actividad de los creadores, de los artistas, de los poetas, los pensadores, de los hombres y mujeres que configuran día a día la imagen por la que una sociedad se reconoce y se da a conocer a los demás pueblos", afirma el preámbulo del programa cultura de los socialistas, que alude, en primer lugar, a los cuatro retos fundamentales que debe superar en España una política cultural progresista: hay que promover una mayor participación social y acabar con la desigualdad ante el hecho cultural; hay que culminar el proceso autonómico, asegurando la plena normalización de las diferentes lenguas y culturas; hay que ampliar y proteger la libertad de expresión; y hay que estimular la producción nacional cultural y artística para evitar que la sociedad española se convierta en un área de simple distribución cultural.Los medios e instrumentos para realizar esta política se enmarcarán en el desarrollo de la Constitución y habrán de desarrollarse, en buena medida, en los Parlamentos autonómicos. Es decir, se elaborarán leyes marco, a las que el Gobierno central socialista dotará, para su desarrollo, de presupuestos mayores que los actuales, fundamentalmente inversores (para mejorar el nivel cultural, crear infraestructura y generar empleo tanto directo como indirecto), y también reorientando la estructura administrativa del actual Ministerio de Cultura, al que hay que descentralizar y dotar de una mayor agilidad burocrática.

Sobre la colonización cultural, reconocen que la sociedad española "se encuentra en una situación de gran vulnerabilidad" -se importa mucho de otros países y con frecuencia materiales de nula calidad-, proponiendo un cambio radical en RTVE, "que se convertirá en intrumento fundamental en la promoción de la oferta cultural".

El programa se detiene, por último, en sectores concretos (cinematografíka, teatro, música, literatura, deporte, etcétera), aportando en cada caso las líneas de actuación futura.