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La catástrofe área de Málaga

El DC-10 siniestrado, adquirido de segunda mano en 1978, posee una larga historia de incidentes

El historial de incidentes de la compañía Spantax en los últimos tiempos es una larga lista. El avión siniestrado el pasado lunes en, el aeropuerto de Málaga, un DC-10/30 de matrícula EC-DEG, fue comprado de segunda mano por Spantax en 1978 a la compañía norteamericana Ona, por un precio total superior a 2.800 millones de pesetas. Del precio total del avión, a la compañía española le quedan por pagar aún más de 2.000 millones.Precisamente este avión tuvo también un incidente en un vuelo de Estocolmo a Las Palmas, al mando del comandante Santandreu, el mismo que, al principio de este verano, realizó tres vue los con una avería mecánica en este mismo avión, y cuyo nombre, por un error, apareció en la edición de ayer de EL PAIS como Santacreu.

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Es probable que el avión de Spantax iniciara el vuelo

Nada más salir del aeropuerto de Arlanda, en Estocolmo (Suecia), una de las azafatas, María Paz Menéndez, se hizo un profundo corte en un brazo al intentar desatascar el aparato que contiene las comidas. La azafata fue atendida por un médico sueco que viajaba en el avión, que intentó contener la hemorragia del brazo con un torniquete.

El comandante Santandreu, en lugar de arrojar el combustible y volver a tomar tierra al aeropuerto de Estocolmo, decidió seguir hasta su destino en Las Palmas, adonde tenía que llegar varias horas después. Durante el vuelo se produjeron enfrentamientos entre el médico y la tripulación, pues aquél quería que el avión aterrizara cuanto antes para atender a la azafata, cuya herida presentaba síntomas de bastante gravedad. Después de varias horas de vuelo, y ante el riesgo para la vida de la azafata, el comandante Santandreu accedió por fin a tomar tierra en Madrid.

La azafata pudo ser finalmente atendida cuando tenía el brazo cianático. La herida había producido la sección de venas, músculos y tendones del brazo, y el tener durante tanto tiempo el brazo sin riego sanguíneo -por el torniquete aplicado- fue un factor de riesgo de gangrena, que pudo costarle a la víctima la amputación del brazo herido, aunque ésta pudo ser evitada. El piloto, el comandante Santandreu, es precisamente el Jefe de Seguridad en Vuelo de Spantax.

Revienta un motor

El mismo DC-10 de la compañía Spantax salió el 28 de julio de 1979 del aeropuerto de Barajas, en Madrid, con destino final a Nueva York. Tras una escala en Málaga despegó de este aeropuerto y, apenas finalizada la maniobra, se escuchó un ruido muy fuerte. Por el sistema de megafonía no se informó a los pasajeros de novedad alguna, y lo que más alarmó al pasaje fue que la tripulación distribuyó inmediatamente una copa de vino de jerez.

Este hecho, unido al evidente cambio de rumbo -se observaba que el avión remontaba lentamente la costa mediterránea-, provocó petición de aclaraciones a las azafatas, algunas de las cuales comentaron que había estallado uno de los motores y que el aparato se dirigía a Palma de Mallorca para un aterrizaje de emergencia. Este último se efectuó aparentemente sin problemas, tras arrojar al mar casi todo el combustible. En Palma, parte de los pasajeros fueron trasladados a un hotel y otra parte permaneció en el aeropuerto, a la espera de cambiar de avión.

En ningún momento se informó oficialmente a los pasajeros de los motivos de estos cambios. Un DC-8 recogió a parte de los viajeros y les trasladó a Nueva York, previa escala en las Azores, a donde Regaron con un retraso aproximado de cinco horas; otra parte del pasaje hubo de aguardar en Palma la llegada de un segundo DC-8 de Spantax, procedente del norte de Europa, para embarcar acto seguido hasta Nueva York.

Unos años antes, en el verano de 1975, un Súper DC-8, al mando del comandante Zamarripa, salió del a eropuerto de Málaga con destino a Helsinki (Finlandia), pese a haberse reventado los depósitos de agua traseros. La repentina salida del agua inundó la parte trasera del avión. El comandante Zamarripa intentó solucionar rápidamente la avería en el aeropuerto malagueño, pero allí no había medios suficientes para poder secar totalmente el agua.

Pese a ello, el avión despegó rumbo a Helsinki, aunque con la baja de una azafata, que se negó a volar en esas condiciones, por considerar que aquello, constituía una merma en la seguridad en vuelo. La azafata fue sancionada.

Antes aún, el comandante Santandreu pilotó un Súper DC8 con el radar averiado, circunstancia que había sido denunciada. Al no tener el radar en funcionamiento, el avión atravesó una fuerte tormenta y sufrió serios problemas.

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