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Un 'jumbo' de Iberia trasladó anoche a Nueva York a la mayor parte de los supervivientes del accidente de Málaga

La mayor parte de los supervivientes del avión DC-10 de la compañía Spantax que se estrelló en la mañana de ayer en las inmediaciones del aeropuerto de Málaga partieron anoche hacia Nueva York en un vuelo especial fletado por la compañía Iberia. Varias decenas de viajeros se negaron, por el contrario, a emprender viaje al otro lado del Atlántico, después del fuerte choque emocional que les ha tocado vivir. Casi a la misma hora en que el jumbo despegaba del aeropuerto de Málaga -las 22.30 horas-, las autoridades hacían un llamamiento a la desesperada para que supervivientes de accidente, todavía no localizados, den cuenta de su paradero. A medida que pasan las horas disminuye la esperanza de hallar con vida a los 31 desaparecidos.

Desde Washington se informaba anoche del fuerte impacto provocado por la noticia del accidente de Málaga, que abrió los informativos de las radios y las cadenas de televisión norteamericanas. Dos comisiones, una de la casa MacDonnell Douglas, fabricante del avión, y otra formada por miembros de la Administración, partieron rumbo a España nada más conocerse la magnitud del siniestro.La mayor parte de los 46 pasajeros del DC-10 Delta Eco Golf (DEG) fallecidos lo fueron a causa de lo que en este tipo de accidentes se conoce como fuerte golpe de calor, efecto producido por la rapidísima subida de la temperatura, que llegó a alcanzar cotas de cien grados centígrados. La muerte es casi instantánea.

La dificultad de identificación de los cadáveres, fuertemente calcinados, se acrecentará aún más debido a que, según fuentes de los oficiales de servicio del aeropuerto malagueño, la agencia de viajes que fletó el avión de Spantax entregó al departamento de tráfico una lista cerrada de pasajeros con unos 250 nombres solamente.

El resto hasta los 380, siempre según esa fuente, constituyen lo que generalmente se conoce en la jerga de la navegación aérea como pasajeros de matute, viajeros que son captados por la agencia a última hora o bien en el mismo aeropuerto. Este extremo fue rotundamente desmentido por un portavoz de la comisión de investigación de accidentes de la Subsecretaría de Aviación Civil, que ayer se desplazó en pleno a la capital malagueña para iniciar las investigaciones.

Las dos cajas negras del avión, la denominada fly recorder, que es en realidad una caja de color butano, no combustible, que registra datos como temperatura, velocidad, presión, etcétera; y la voice recorder, que registra las voces de los tripulantes del avión, no habían sido halladas anoche, ya que no se quiso forzar su búsqueda debido a la posibilidad de que reventasen los depósitos de queroseno del avión.

Todos los indicios recogidos por este periódico en numerosas fuentes relacionadas con la compañía Spantax y con el aeropuerto malagueño coinciden en señalar que el avión sobrepasó la velocidad normal en rotación sobre la pista y que alcanzó la llamada velocidad de decisión -en este caso unos 310 kilómetros por hora-, punto considerado de no retorno, en el que sólo caben dos opciones: levantar el avión o sea despegar, o abortar la maniobra de despegue, para lo cual se corta la corriente a las tres turbinas y se mete la llamada marcha reversa o freno, que es lo que se utiliza en el aterrizaje para invertir el motor. Según un comandante que ha pilotado aviones tipo DC-10, de la compañía Iberia, hay que poseer una gran maestría para realizar esta operación, "porque es prácticamente seguro que lo menos que puede pasar es que uno se cargue los motores del avión".

Los primeros datos, basados en hipótesis, según señaló el ministro de Transportes, Luis Gámir, muestran que el comandante Juan Pérez se apercibió de que fallaba uno de los motores del avión, lo que se tradujo, al parecer, en fuertes vibraciones en la marcha del aparato, por lo que aquél optó por abortar la maniobra.

El golpe contra una de las casetas del final del recinto del aeropuerto y con la propia carretera deformó las dos puertas traseras, hasta el punto de convertirlas en inservibles. Esta es la razón por la que la mayoría de los fallecidos iban en la cola del avión.

El avión llevaba 380 asientos, cuando lo normal en otras compañías de vuelo regulares y de prestigio está en tomo a los 330/350 viajeros. El comandante Pérez y su tripulación -con excepción de las tres azafatas que ayer estaban dadas por desaparecidas- se trasladaron anoche a Palma de Mallorca, donde tiene su sede social la compañía Spantax.

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