Hacer el oso
Me parece muy bien que nuestro amado zoo cuente con un par de osos panda. Es razonable, también, que se les eche de comer todos los días. De acuerdo, también, en que se intente que la feliz pareja tenga descendientes. Es lógico, además, que se pongan los medios oportunos para que se produzca tan ilustrísimo evento por las buenas o por medios artificiales. Todos hemos deseado, fervientemente, que la señora panda quede en estado de buenísima esperanza... Sin embargo, ¡oh, miseria!, qué tremendo contraste con la realidad, con la calle, con este bendito país de pan y toros, donde todavía no existe una política familiar generosa para los seres racionales que haga posible un clima verdaderamente favorable hacia la natalidad humana: hacemos locura y media para hacer un oso -por muy panda que sea- y volvemos la espalda a muchas familias que las pasan canutas para sacar adelante a su prole. ¿Dejaremos algún día de hacer el oso? /
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