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Deudas sin justificación

Los clubes de fútbol de Primera División deben 6.838 millones de pesetas, y los de Segunda, 3.000, millones. Es decir, que 38 entidades deportivas, sin mayores lucimientos exteriores que la Recopa conquistada por el FC Barcelona en el Camp Nou, inician la temporada con un saldo negativo de cerca de 10.000 millones.Manejar estas cifras en unjuego en el que el azar, la pájara de la figurilla de turno, los postes y los intereses creados por la propia federación cuentan tanto como la habilidad de los delanteros a la hora de meter goles produce auténticos escalofríos. Que nuestra misérrima realidad futbolística se ampare en miles de millones no tiene explicación; que nadie haga nada para atajar este despilfarro es algo incomprensible.

Nuestro faraonismo balompédico tendría una relativa explicación si nuestros clubes contaran sus éxitos deportivos por medias docenas o. si, simplemente, la selección española hubiese hecho algo más que el ridículo en el reciente Mundial. Pero no es así. Incluso en los trofeos veraniegos, caricatura futbolística que antes se conor cía como partidos de fiesta mayor, los clubes extranjeros que nos visitan dan buena cuenta de nuestras endeudadas escuadras.

Para colmo de contradicciones, tampoco son los equipos con su contabilidad más enrojecida los que mejor funcionan en los campeonatos españoles. El Atlético de Madrid, deudor más destacado de Primera, con 1.479 millones, no cosecha un resultado deportivo de calibre desde hace años; el Real Madrid, con 1.091 millones por liquidar, cerró la pasada temporada con el escuálido premio de la Copa del Rey, que conquistó ante un Sporting de Gijón venido a menos. La Real Sociedad, en cambio, ha ganado las dos últimas ligas, y sólo debe cincuenta millones.

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El panorama induce a una legítima duda acerca de la licitud de los dispendios astronómicos a que se entregan los grandes clubes. Nadie supervisa con minuciosidad este trajín injustificable de millones, ni siquiera los propios socios de las entidades millonarias en deudas, y esto, en cualquier otro negocio que no fuese el del gol, sería asunto que acabaría en los tribunales ordinarios.

1 de septiembre

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