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El sindicato libre Solidaridad convoca manifestaciones en Varsovia para el próximo día 31

Miles de octavillas fueron lanzadas ayer desde dos edificios situados en la céntrica avenida Marszalkovska, de Varsovia, llamando, en nombre del sindicato Solidaridad, a niffitiples manifestaciones simultáneas en diversos puntos de la capital polaca, en conmemoración del segundo aniversario de la firma de los acuerdos de Gdansk.Las octavillas, lanzadas poco antes de las cinco de la tarde, iban firmadas por el comité obrero interempresas Solidaridad. En ellas se hacía un llamamiento a la población para que participe en "una marcha, una manifestación pacífica en favor de la posibilidad de evitar una tragedia definitiva a la nación".

Al tiempo que llovían las octavillas, un gran globo blanco se elevaba sobre Varsovia, del que colgaba una enorme bandera con los colores nacionales, blanco y rojo, y el nombre -de Solidaridad.Casi simultáneamente, en una calle adyadente aparecía una pancarta colgada entre dos tejados, con la inscripción: "Solidaridad, amnistía para los condenados, liberación de los detenidos, exigimos la conciliación".

El lanzamiento de las octavillas tuvo lugar al día siguiente de que se registrasen violentos incidentes en Gdansk y Varsovia entre manifestantes y milicianos mientras que el general Wojcieeh Jaruzelski se entrevistaba, largo y tendido, en Crimea con el presidente soviético, Leónidas Breznev.

La breve visita de un día a la Unión Soviética del líder polaco -que ayer por la mañana regresó a Varsovia- muestra, a ojos de los observadores' la conflanza soviética en el proceso normalizador abierto en Polonia a raíz de la instauración del estado de emergencia, el pasado mes de diciembre, según analiza, desde Moscú, Felix Bayón.

La declaración oficial ofrecida el lunes por la noche por la agencia oficial soviética Tass poseí un tono neutro y moderado, presumible producto de esta confianza. En cualquier caso, el viaje de Jaruzelski a la URSS formaba parte de la tradición estival de los países comunistas, que marca que sus líderes deben de acudir en verano a la residencia de Breznev en Crimea, a orillas del mar Negro.

El carácter ritual de la visita no debía de impedir, en su caso, que se hubieran transparentado algunas reticencias políticas. Pero no ha sido así: los soviéticos parecen contentos por la evolución de Polonia, y buena muestra de ello es que hace tiempo que cesaron los alarmistas, comentarios de Prensa, tan corrientes el pasado año.

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El problema principal -¿cuándo se pondrá fin al proceso normalizador y se levantarán las medidas de emergencia?- sigue siendo, no obstante, una incógnita. Ni siquiera se sabe si la cuestión fue debatida.

Sólo un pequeño lunar en el moderado comunicado manifestaba las inquietudes de ambos líderes comunistas por el porvenir económico de Polonia, que, según dicho texto, "es frenado por la existencia de la contrarrevolución clandestina, cuyas actividades son incitadas y apoyadas desde el extranjero, y especialmente desde Estados Unidos". La supervivencia de está contrarrevolución clandestina podría justificar, pues, la prolongación de las medidas de excepción.

Estas inquietudes sobre el porvenir económico polaco parecen razonables.

Las tropas del general Jaruzelski han obtenido el descabezamiento del sindicalismo independiente, pero las últimas cifras que se conocen hacen pensar que el Ejército no ha logrado que, una vez dentro de la fábrica, los obreros se pusieran a producir a un ritmo satisfactorio tal como se esperaba.

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