Nostalgia y zarzuela

Comienza la película diciendo que es un homenaje al género chico que, desde Madrid, conquistó el mundo: una pretenciosidad q ue justifica los excesos que luego se producen. Teatro Apolo quiso reivindicar la zarzuela y casi la hunde por completo: para quien no tenga una clara afición por el género resultan agotadores los fragmentos que se interpretan, aunque tengan como curioso protagonista al cantante mexicano Jorge Negrete, que no reparó en interpretar escenas de La verbena de la Paloma, La Gran Vía, La del puñao de rosas y varias otras aprovechando la enorme popularidad que entonces tenía. En 1948 había intervenido en Jalisto canta en Sevilla, dando la altemativa a Carmencita Sevilla, pero su popularidad real provenía de las películas mexicanas, bien conocidas en España en aquella décadaTeatro Apolo no fue más que el aprovechamiento de esa popularidad, porque no parece que en la película se quisiera hacer realmente un homenaje al género chico o al teatro que lo albergó. Tuvieron que darse cuenta de ello hasta los guionistas cuando advierten al principio que su película no es nada de eso. Tampoco es otra cosa. La historia del hacendado mexicano que, por amor, se queda en España y acaba convirtiéndose en gran figura del. Teatro Apolo está llena de altibajos: lo que al principio parece una nueva versión de La Traviata se transforma luego en melodrama de adulterios y conflictos entre padres e hijos carente de originalidad y de emoción. El juego se rellena con frases para la historia, que probablemente harán ahora sonreír al espectador ("Libertad, sí, pero no libertinaje", "Nuestro amor es demasiado bello para que dure toda la vida", "Ella no es como las otras").

Debe valorarse el buen hacer de María de los Angeles Morales (Jorge Negrete fue un pésimo actor), ciertas notas de la ambientación y la fuerza de dos espléndidos actores secundarios en muy breves cometidos: Julia Lajos, como dueña de la pensión, y Félix Fernández, como el actor especializado en obras de capa y espada. El resto es para nostáigicos o para incondicionales con paciencia.