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Entrevista:

Antonio Bonet: "La ciudad occidental está enferma y afecta a sus habitantes

El modelo euroamericano de gran ciudad está en crisis. Sociólogos, psicólogos y arquitectos ponen frecuentemente en entredicho la validez de los viejos esquemas seudofuncionales, que han convertido nuestras ciudades en enormes moles de cemento donde la naturaleza ha perdido todo papel en perjuicio de la vida física y psíquica del ser humano. El arquitecto catalán Antonio Bonet ha perfilado, durante su intervención en el curso de urbanismo celebrado en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, la ciudad ideal, que ya ha plasmado en diversos proyectos arquitectónicos realizados en España, Uruguay y Argentina durante sus casi cuarenta años de trayectoria profesional.

Antonio Bonet es autor de proyectos arquitectónicos como Retiro II y el Tribunal Constitucional, en Madrid, y el Centro de Recuperación para Obreros Metalúrgicos, en Barcelona, entre otras obras. Sobre la ciudad ideal opina que es aquella que aglutina vivienda, trabajo, esparcimiento, cultura, deportes, sanidad, etcétera, en el mismo espacio."Hay dos posibilidades para hacer esta nueva ciudad, ambas reflejadas en dos proyectos en los que yo he trabajado: el primero es el Estudio del plan de Buenos Aires, en 1948, para la construcción de una zona residencial llamado Bajo Belgrano; el segundo es el Proyecto de remodelación de la zona sur del centro de la ciudad de Buenos Aires, para realojar a todos los vecinos de un barrio modesto. En la zona residencial se ensayaba un tipo de ciudad donde lo importante es el verde y el sol. Los edificios son elevados, con grandes espacios verdes entre sí, comunicados por largos paseos peatonales flanqueados por comercios y servicios. Se olvida por completo lo que en Occidente se entiende como ciudad. El segundo modelo se acerca más a ese concepto: el protagonista no es el verde, sino el ser humano. Se trataría de remodelar un trozo de ciudad ya construido, con calles peatonales y placitas porticadas para el desarrollo del comercio, con separación de circulación rodada, comunidades semiautánomas con recorridos a pie de un máximo de quince minutos, con servicios culturales y de esparcimiento al pie de la vivienda, con explanadas cívicas y espacios verdes, aparcamientos subterráneos, todo ello tratando de no romper el trazado de la urbe.

Pregunta. Todos esos elementos que usted enumera parecen tan fundamentales que cualquier ciudadano se preguntaría cómo no se ha reparado antes en lo necesarios que son, cómo se ha llegado a esta situación de crisis en la gran ciudad occidental.

Respuesta. Un factor fundamental de la crisis de la ciudad, del que se habla poco, es el tamaño enorme que tiene, su extensión territorial, y la introducción del automóvil. Las distancias diarias entre la vivienda y el trabajo son inconcebibles, no ya desde una óptica medieval, sino también desde la óptica del siglo XVIII. Hay que separar la circulación de automóviles y la circulación de los peatones para conseguir esa ciudad ideal.

P. ¿Se justifican, desde su punto de vista, las crisis particulares de los habitantes de una ciudad por las crisis generales de la ciudad?

R. Sí, los ciudadanos son los más directamente afectados por esta enfermedad de la gran urbe. Resulta que estamos viviendo una época en que se ha reducido el horario de trabajo y es ahora precisamente cuando el ciudadano tiene menos tiempo libre. Ya sin hablar de los peligros físicos que entraña para ellos.

P. Su proyecto de ciudad ideal en Argentina no llegó a materializarse. Pero ¿en otros países existe este modelo o una aproximación a él?

R. Una ciudad modelo que se ha iniciado como idea planificada es Brasilia. Pero el sentido de la medida, del espacio, es totalmente distinto en Europa que en América. Mentalmente, América es un continente adolescente, y Europa es conservadora. Es más fácil cometer errores allí, pero las planificaciones son más nuevas y más progresistas. Europa es más conservadora, menos dada a la innovación, y los errores son más raros. Pero yo prefiero la innovación, porque los errores se corrigen con el tiempo.

P. ¿No sería una solución a la crisis de la ciudad occidental la descentralización de la industria y los servicios, la promoción de los pueblos?.

R. Esto es algo que depende de la Administración nacional, no depende ya de la arquitectura. Hay que evitar, sí, que la gente se aglomere en las grandes ciudades. Sería mejor promocionar las pequeñas ciudades que todavía pueden ser planificadas, vitalizadas y modernizadas sin perder la escala humana.

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