La calma resulta excesiva
"La calma es buena; pero, hombre, tanta es excesiva". Este comentario, recogido al vuelo en uno de los escasos corrillos que, a duras penas, conseguían formar los pocos habituales que aún asisten a la Bolsa madrileña, soportando los rigores de agosto, resumen ampliamente el comportamiento de los mercados de valores en las reuniones de ayer.La tranquilidad, que venía siendo la nota característica en los últimos días, se acentuó hasta alcanzar límites insospechados, y el tedio se extendió por las salas de contratación, hasta conseguir que el ambiente resultase absolutamente soporífero como consecuencia de la actividad prácticamente nula que se observaba. Era previsible que los principales actores del mercado de acciones pretendiesen imprimir un ritmo de moderación al negocio en estos primeros días de agosto, pero entre algunos especialistas ha comenzado a cundir la pregunta de si esta tranquilidad no acabará resultando excesiva.
A conseguir este clima distendido y apático se han venido dedicando con ahínco casi todas las llamadas fuerzas vivas del mercado y, a la vista de los resultados, hay que convenir en que lo han conseguido, porque, si hablásemos en términos clínicos, habría que señalar que el encefálograma de la Bolsa es prácticamente plano.
Del discreto empuje que mostraban las eléctricas en las reuniones del martes apenas quedó el recuerdo. Es cierto que los cambios consiguieron resistir con notable entereza y en posiciones similares a las alcanzadas el día anterior, Pero no es menos cierto que esto se conseguía, fundamentalmente, gracias al escaso ardor que ponían los vendedores en su empeño.
Sin embargo, la prueba ha resultado, hasta cierto punto, válida. Da a entender que los más importantes especialistas del mercado ya están mentalizados para conseguir un ahorro de energías útiles. Es decir, que los avances, escasos, que consiguen generarse van a ser preservados de los ataques fulminantes de los especuladores del duro en la medida de lo posible. Por otra parte, estas ganancias ofrecen bastantes posibilidades si son administradas con sabiduría, y pueden terminar representando cierta tranquilidad.
Por su parte, los bancos continuaron, como de costumbre, actuando a su aire. Los saldos vendedores que presentaban los siete grandes en Madrid ascendían a la exigua cifra de 67.563 títulos. Escasa cantidad si se tiene en cuenta que Bilbao y Central presentaban 1.299 y 7.875 acciones, respectivamente, como restos vendedores.
No obstante, y posiblemente como consecuencia de esa voluntad compartida de conseguir un espíritu de tranquilidad que se extiende por los parqués, las repeticiones abundaron y únicamente el Santander perdió, siempre referido al mercado de Madrid, tres puntos, fundamentalmente a causa de los rumores que comenzaron a circular con insistencia esta mañana y que apuntaban la posibilidad de que la ampliación de capital que tiene pendiente esta entidad, y que realizará aumentando en setenta pesetas el nominal de sus acciones, no se realice durante el presente mes.
Como se había generado una notable expectación en torno a la posible trayectoria de la cotización de las acciones del Santander, antes y después de la ampliación, dada la natural beligerancia bursátil de la entidad, los inversores han recibido como un jarro de agua fría estos rumores, que, en principio, vienen a disipar su posibilidad de entretenimiento y, de paso, ganar algunos duros.
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