_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La transición en Portugal

SE EXTINGUE en Portugal el Consejo de la Revolución y con ello se da un paso importante hacia la normalidad institucional y en favor de la reducción de las ambigüedades en el poder. El Consejo, formado por veintiocho militares, surgió en principio como el máximo órgano representativo del Movimiento de las Fuerzas Armadas, protagonista del golpe antisalazarista de abril de 1974, y fue consagrado en la Constitución de 19.76 como órgano de poder después del pacto institucional firmado por el MFA y los partidos políticos en 1975, a raíz del frustrado contragolpe del general Spínola. Aunque la Constitución reservaba al Consejo de la Revolución el papel de órgano consultivo del presidente de la República a propósito de la constitucionalidad de las leyes, el poder de hecho del. consejo era muy importante si se tiene en cuenta que por él pasaban también todas las decisiones relativas a las Fuerzas Armadas, con lo que el Gobierno quedaba prácticamente al margen de un paquete importante de decisiones en política de defensa. No parece que en una democracia normal sea precisa esta institución reservada a los militares, que termina por dar a las fuerzas armadas un papel de tutor del sistema que no es necesario ni deseable.En el proceso de creación del Consejo de la Revolución aparecían las numerosas ideas encontradas y confusas que son característica de una transición. Aparte de que el Movimiento de las Fuerzas Armadas representaba diversas tendencias y diseños acerca de la constitución de un Portugal renaciente, hubo en un principio como una ideología tercermundista, que, entendía que las realidades económicas y sociales del país, y la evidente pobreza de toda índole en que le había despeñado el largo período fascista y su corolario, la guerra de colonias, necesitaba un tipo de impulso y vigilancia que aparecía en algunos países del Tercer Mundo: en. Perú, en Argelia... Se trataría de encauzar y sostener un tipo de revolución nacionalista permanente que no sólo impidiera la recaída en el fascismo, sino también el tipo de revolución popular que se había desbordado mucho más allá de lo previsto.

Portugal podrá tener, como España, algunos de los índices visibles del tercermundismo -y no es escaso el indicativo de haber sufrido un fascismo largo y militarista-, pero está en un contexto de países en el que no se permiten soluciones demasiado radicales, neutralismos demasiado peligrosos, y soluciones demasiado individuales.

El camino de Portugal se ha tenido que rehacer, por la fuerza de las cosas, en la vía propia de los países menos favorecidos del área occidental. No cabe en ellos esta incrustación de- militares, aun representando ya sus miembros una ordenada y occidentalista Visión del mundo. Para muchos de los de fuera del Consejo, de los que creyeron también en la revolución permanente, es una última derrota, y aún los oficiales jóvenes creen en la persistencia del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), el que confraternizaba con el pueblo puesto un clavel en la boca del fusil, en las calles de abril y mayo. A ellos Va dirigida la advertencia del general Amadeo García dos Santos, en su alocución del Día del Ejército, contra una "politización", contra una campaña "que está utilizando cuestiones militares como tema de polémica".

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

No todas las ambigüedades políticas desaparecen con esta extinción.. Queda el problema de dónde van a ir los poderes que quedan vacantes al desaparecer el Consejo: porque queda la dificultad de definir hasta dónde llega el presidencialismo y hasta dónde el parlamentarismo, temas no suficientemente esclarecidos por la Constitución, a los que se añade lo que parece ser nueva tradición cesarista en virtud de la cual la presidencia de la República la ejerce un general. Eanes, en este caso, representa intereses políticos no siempre acordes con los de la coalición. gubernamental y, por consiguiente, se producen continuos litigios.

Si la extinción del Consejo de la Revolución representa un paso hacia la normalización, faltan todavía otros para que se pueda dar por terminada la era de la transición. Sólo una serie de revisiones constitucionales, de definiciones de partidos, de leyes electorales, podrá llegar a la normalización necesaria, pero ésta no se conseguirá mientras no se den salidas justas a las desigualdades sociales de un país que ha sido consumido. por el viejo fascismo, del cual todavía perduran muchos entramados entre las clases dirigentes.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_