Hablemos de economía
Vivimos en plena campaña electoral. Ni los calores veraniegos la encubren. El primer acto fueron las elecciones andaluzas, seguido de la crisis de UCD, las manifestaciones de Felipe González, el nerviosismo de sectores bancarios y patronales y una sensación de ausencia de Gobierno.Existe un refrendo permanente en la calle, que se traduce en las escuestas de todo pelaje, cuyo resultado es inequívoco: lo que más preocupa al ciudadano de este país es el problema económico. Esto es, el paro, la ininterrumpida caída de empresas, el descontrol de la inflación. Sin embargo, esta preocupación, esta ansiedad, esta sensación de que incluso la libertad democrática pende de las soluciones que se den a la enflaquecida economía, no se corresponden con los anhelos diarios de la clase política.
Por eso conviene que los políticos empiecen a tirarse los trastos a la cabeza, dentro de un orden, o sea, enfrentando programa a programa, cuantificando las propuestas, comparando los resultados obtenidos. Porque política, en definitiva, es el arte de cómo repartir la riqueza de un país o, en caso de ausencia, de cómo crearla.
Lamentablemente, en todas las escaramuzas preelectorales del momento, aún no han salido a público debate los diversos programas económicos. Por no salir, ni siquiera han comparecido en estos últimos meses los responsables del Gobierno a trazar balances, a infundir ánimos, a explicar cómo estamos. ( ... ).
, 17 de julio.
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