La banca domina Telefónica con un 1% del capital
Nunca gente con menos riesgo tuvo tanto poder. Doce millones de abonados que pagan religiosamente las tarifas que se les imponen, más de 90.000 puestos de trabajo, un presupuesto muy superior al de la mayor parte de los ministerios y la gestión de un servicio público vital para este país, como ha puesto de manifiesto el reciente atentado de ETA contra la central de Ríos Rosas, dependen de una empresa privada.La Compañía Telefónica Nacional de España es un caso muy especial en Europa en cuanto a la gestión de los servicios de telefonía. El Estado, que es el mayor accionista minoritario, con un 46,95% de su capital, cuenta con una delegación del Gobierno en el Consejo de Administración de la CTNE (más testimonial que efectiva) y se limita a autorizar los incrementos de tarifas y a recaudar cerca de 50.000 millones de pesetas anuales -entre dividendos, canon e impuestos- del servicio telefónico.
El segundo accionista minoritario de tan peculiar compañía son los bancos, que no reúnen en conjunto el 1% del capital de la Telefónica. Pese a tan exigua participación, representantes del sector bancario copan el Consejo de Administración: Luis de Usera (vicepresidente de la CTNE y presidente del Banco Hispano Americano, consejero delegado del Banco Urquijo), José María Concejo (vicepresidente de la CTNE, secretario del Banco de Bilbao y presidente del Banco de Huesca), Pablo Garnica (vicepresidente de la CTNE, consejero delegado del Banco Español de Crédito y vicepresidente de Bandesco), Antonio Barrera de Irimo (consejero de la CTNE y del Banco Hispano Americano), Jaime Carvajal y Urquijo (consejero de la CTNE y del Banco Hispano Americano, presidente del Banco Urquijo), por citar sólo algunos nombres.
La banca mueve cerca de un billón de pesetas con la CTNE y percibirá de ésta, en 1982, 714 millones de pesetas por domiciliación de recibos.
Hasta hace unos años, la CTNE sólo trabajaba con cuatro bancos (Hispano, Urquijo, Bilbao y Banesto), lo que provocó una presión extraordinaria sobre la CTNE y sobre el Gobierno por parte de los bancos que se veían excluidos de tan fabuloso negocio. En aquellos años, por un simple adelanto por dos días de unos 10.000 millones a la CTNE, que se encontraba con problemas de liquidez para realizar unos pagos, determinado banco cobró a Telefónica un 28% de interés. En la actualidad, la CTNE tiene cuentas de crédito en todos los bancos del país.
¿Cómo es posible que con tan poco capital se pueda dominar el Consejo de Administración de la CTNE? Es posible, a juicio de técnicos de la compañía, por dos razones: los bancos copan el consejo por las acciones de Telefónica depositadas en sus entidades por sus clientes y hay un escaso interés del Estado (Patrimonio, el 33,83%, y Banco de España, el 13,12%) en controlar dicho consejo.
Desde el sillón de la presidencia de la Telefónica, retiro dorado para ex ministros y uno de los puestos mejor retribuidos del país, se gestionan con escaso control público cerca de 600.000 millones, entre capital y reservas, e inversiones superiores a los 100.000 millones de pesetas. De la CTNE, que cuenta con una veintena de empresas filiales o participadas, depende todo un sector industrial -el electrónico y de telecomunicaciones- considerado estratégico y de futuro en el inundo. El 80% de las compras de este sector depende de la Telefónica.
Los resultados de la CTNE en 1981, presentados hace un mes ante la junta de accionistas, recogen unos beneficios de 23.878 millones de pesetas, con un fuerte crecimiento de los gastos financieros (40%), una escasa tasa de autofiríanciación (sólo cubre el 45% de la inversión) y una mínima tasa de amortización (un 4,3% de la planta telefónica media en servicio). Estos últimos aspectos ponen en peligro la salud financiera de la compañía y la calidad del servicio telefónico en el futuro inmediato.
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