UCD, la eterna frustracion de Calvo Sotelo
La "larga marcha" de Leopoldo Calvo, Sotelo al frente del partido, desde que en noviembre del año pasado se ocupó de la presidencia del mismo, ha estado jalonada de frustraciones y fracasos.Calvo Sotelo fue el hombre que en marzo de 1977 "descendió" del Gobierno, donde era ministro de Obras Públicas, para hacerse cargo del naciente partido que días más tarde se llamaría Unión de Centro Democrático. Desde su despacho de Explosivos Río Tinto, Calvo Sotelo se encargó, con mano de hierro, de elaborar las primeras listas electorales centristas, por mandato expreso de su jefe y presidente del Gobierno, Adolfo Suárez.
Fue la primera y la última vez, que Calvo Sotelo se ocuparía directamente del aparato del partido. Tras las elecciones del 15 de junio, el hombre encargado de fabricar un partido partiendo prácticamente de la nada quedó relegado a un segundo término: "en política hay que saber estar en primera línea y luego aguardar otras oportunidades en la retaguardia", decía entonces Calvo Sotelo desde la relativa retaguardia que significaba la presidencia del grupo parlamentario centrista.
Tendría que aguardar hasta el verano de 1980 para que su nombre fuese citado de nuevo como, aspirante a la "primera línea". Ya en esa época, inmediatamente anterior a la reunión de la llamada casa de la pradera", que marcó el inicio del declive de Suárez en la presidencia del Gobierno, se afirmaba en los mentideros políticos que Leopoldo Calvo Sotelo, el ministro para las Relaciones con la CEE, era uno de los aspirantes a la sustitución del ya tambaleante Suárez. Por razones nunca confesadas éste lo propuso como sucesor, relegando al otro aspirante, Landelino Lavilla.
Pero al hacerse cargo del palacio de la Moncloa, a finales de febrero de 1981, Calvo Sotelo prefirió dejar de lado al partido, presidido, tras el congreso de Palma de Mallorca, por el suánIsta Agustín Rodríguez Sabagún. Pasarían casi nueve meses de tensiones para que, en la reunión del consejo político de noviembre, el presidente del Gobierno "aterrizase", no sin importantes batallas internas, también en el partido.
La falta de reuniones estatutarías de los órganos directivos de UCD, que tan reprochada fue en tiempos de Suárez, se reprodujo casi literalmente con Calvo Sotelo. Sólo tras el fracaso en las elecciones andaluzas, el presidente del Gobierno, que había comprobado cómo en los pueblos de Andalucía las sedes centristas mantenían en las paredes el retrato de Suárez, pudo darse cuenta de la importancia que hubiese tenido un control del partido. Control que se escapaba de las manos de la Moncloa.
Los intentos efectuados en un mes y medio por superar esta situación han constituido una de las tragedias de un Calvo Sotelo que sucesivamente ha renunciado a la presidencia del partido, para luego volverse atrás en su decisión, tratando de retener las ríendas de UCD a base de una alianza contra natura con los azules contra el común enemigo Suárez. El último paso fue volver a la decisión de depositar la incómoda presidencia del partido en las manos de Landelino Lavilla.
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