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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La reunión de hoy

LA REUNION que celebra hoy el Comité Ejecutivo de Unión de Centro Democrático puede resultar histórica en la supervivencia o el proceso, nada eutanásico, de desaparición que está sufriendo el partido del Gobierno. Puede asegurarse que de las resoluciones que hoy salgan de la ejecutiva depende no sólo el porvenir próximo de la gobernación de este país, sino la aclaración de la fecha de las elecciones generales, a las que ya es previsible la derecha asistirá plagada de divisiones y querellas intestinas.Entre los muchos aspectos a destacar de la batalla cainita que se está desarrollando en el seno del partido gubernamental, no es el menor la ausencia de un debate político y de una oferta real al electorado en las polémicas desatadas. El fulanismo se ha adueñado de la situación, inundada de etiquetas y de nombres y apellidos, pero en absoluto de razones políticas o de alternativas programáticas. A pesar de su empeño por matizar ideológicamente sus actitudes, los diversos grupos que nuclean UCD han venido representando la herencia del poder de la dictadura, que recibió legitimación democrática en las urnas tras las primeras elecciones constitucionales. Es imposible discernir por eso, salvo para los entendidos en la materia, cuáles son las diferencias de fondo no personales que dividen a muchos de los personajes en danza. La inminencia de las elecciones legislativas y la sospecha de que éstas pueden ser ganadas por la oposición socialista han acelerado el proceso de disensión, iniciado ya antes del congreso de Palma de Mallorca, que se demostró inservible para soldar las fisuras entre los componentes de familia tan mal avenida. Pero es también inadmisible y ofende a la razón pública y a la ética política este espectáculo de clientelismo feroz alineado junto a la exigencia de cargos, prebendas y sustanciosos empleos que la derecha de este país está dando.

Los responsables centristas que se reúnen hoy en cónclave deben asumir alguna premisas a la hora de determinar su decisión. La primera es la necesidad de fortalecer y recrear una derecha democrática que escape de la ambición y la tentación golpista, aun en el caso de que pierda las elecciones y pase a la oposición. La segunda exige el señalamiento del peligro que para el futuro político del país y para la pervivencia del sistema supone abandonar el liderazgo de la propia derecha en manos de un personaje político como Manuel Fraga. La tercera, lo lamentable del espectáculo que se está ofreciendo al electorado por parte de quienes tienen altas responsabilidades de Estado y administran los fondos públicos y los destinos de la nación. La cuarta -y más importante-, la necesidad de que un partido que tiene la responsabilidad del Gobierno se deje de declaraciones ambiguas y superfluas, y determine claramente sus liderazgos y sus compromisos y ofertas electorales en las cuestiones que verdaderamente interesan a la opinión pública. Cuestiones que para nada o casi nada pasan por los nombres y apellidos de los ministros que se queden y que se vayan, sino por el proyecto político que UCD, si subsiste, está dispuesta a llevar a la campaña electoral, y sobre la persona o personas que asumirán ante la opinión pública el compromiso de llevarlo a la práctica. Eso esperamos que salga -o comience a hacerlo- de la reunión de hoy. Eso esperan los ciudadanos que han de dirintir con sus votos la cuestión en fecha no lejana.

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