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Profunda crisis en los tres primeros partidos portugueses

Las dificultades surgidas en las direcciones de los grupos parlamentarios de tres de los cuatro mayores partidos portugueses son una clara expresión de la crisis política que Portugal atraviesa.

Hace unos días, el presidente del grupo parlamentario democristiano, Rui Pena, pidió la suspensión, por 45 días, de su mandato de diputado.La dirección política del partido socialista, después de retirar su confianza a su líder parlamentario, Francisco Salgado Zenha, le ha sometido a un proceso disciplinario por "infracciones graves y reiteradas" a la disciplina partidista.

Finalmente, el presidente del grupo socialdemócrata, Manuel Pereira, ha presentado el martes su dimisión, invocando "dificultades de articulación en el seno de su grupo parlamentario".

Las causas de esta situación obedecen a dos circunstancias. La primera es que el Parlamento de Lisboa empezó hace dos semanas el debate, en sesión plenaria, de la ley de revisión constitucional, que los tres partidos afectados consideran de importancia primordial para la vida del país y la consolidación del régimen.

La segunda es que las disputas por el liderazgo de los grupos parlamentarios no son más que la manifestación exterior de unas divergencias mucho más profundas y antiguas sobre la orientación, el programa y las alianzas de cada uno de los partidos.

Estas divergencias permanecen abiertas en el partido socialista desde 1980; en el partido socialdemócrata, desde antes de la muerte de Sa Carneiro, y en el Centro Democrático y Social, son latentes desde la formación de la coalición de Alianza Democrática.

La gravedad de la crisis económica y la perspectiva de las elecciones municipales (fijadas en principio para el 5 de diciembre) constituyen el verdadero telón de fondo de los conflictos surgidos dentro de estos partidos.

En los dos principales partidos de Alianza Democrática -en el Gobierno desde 1979- y a pesar del optimismo de fachada, hay serios y fundados recelos de los resultados electorales de diciembre.

Los más extremistas preconizan incluso una estrategia de ruptura con la renuncia del Gobierno y el bloqueo del proceso de revisión constitucional, para poder achacar todas las culpas del marasmo político y económico del país a agentes perturbadores extraños, como el presidente de la República o el Consejo de la Revolución.

La crisis del Partido Socialista es aparentemente más grave, porque Mario Soares tiene simultáneamente que llevar una política de consenso con Alianza Democrática acerca de la revisión constitucional, imposible sin los votos del PS, y presentarse en diciembre como alternativa de poder, a medio plazo, contra Alianza Democrática.

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