El tiempo
Parece que a primeros de julio o así hay que atrasar el reloj un segundo, porque es lo que atrasa la Tierra. Hacía siglos que uno no recibía una noticia tan hermosa, y menos desde el ámbito oficial. Tampoco espero recibir ya, en lo que me quede de vida Scheneider / Fassbinder, otra noticia más sensata y mejor. Por natural entropía (nadie ha fijado bien el sentido de esta palabra, lo que la hace más ambigua y sugestiva), la Tierra va perdiendo violencia y velocidad en sus giros, como mi peonza infantil, y ahora, para ponernos a compás del fatigado planeta azul, hay que retrasar el reloj de oro macizo/ caedizo un segundo, no sea que a la Tierra, corazón descorazonado, le dé el aviso de infarto. El otro día estuve con Mari Cruz Soriano en larcelona, en un rollo profesional, y a la lírica e imparable criatura de pronto me le dio el vapor en el hotel:-A ver, llevo toda la tarde, Umbral, con mil señoritas en bikini, promocionando un producto.
Cuando uno empieza a lentificar su vida, sus costumbres, sus malas costumbres, incluso, contra esa locura de la aceleración histórica, la Tierra (Pasión de la tierra, Aleixandre; Residencia en la tierra, Neruda), la tierra, madre y maestra, nos da esta emocionante lección de lentificarse un segundo. ¿Y a qué viene, entonces, señor Fraga, esa locura de pasadísimo que usted se trae, esa marcha, que ya en el cheli se dice, de los acelerados vitales, que "van como Fragas". Hasta el planeta azul le lleva a usted la contraria. Que hay que calmarse, hombre, que no hay que acalorarse tanto con el poder que no se tiene. Usted cada día más de prisa y la Tierra cada día más despacio. ¿No es eso una invitación cósmica al "despacito y buena letra" de Machado, a quien usted, seguramente, habrá leído mediante la lectura oblicua y rápida que acostumbra?
Yo, que ya no sé qué hacer contra la necia aceleración histórica de las letras, los plazos, los artículos, los cócteles, las señoritas y los señoritos, he encontrado una última fórmula de salvación o teléfono de la esperanza a mi manera: llamo a casa de Jeannine Mestre, que tiene un recado en el contestador, escucho su voz, repito la llamada, si es que no está (mejor que no esté), y así muchas veces, hasta que me calmo: "Si desea dejar algún recado, espere la señal...". Pero esto, en su voz de espesor y dulzura catalana. Antes aconsejaban contar hasta cien antes de tomar una resolución. Yo llamo a Jeannine varias veces, escucho su palabra, que el marciano de la Telefónica no ha conseguido hacer impersonal, y luego tomo resoluciones mucho más reposadas y con más fundamento. Contra lo que hay que luchar es contra la prisa histórica por el poder, el triunfo, la guerra o el mogofl n, don Manuel. Yo le voy a pasar a usted el teléfono de Jeannine, pero no me la moleste, por favor. Usted escucha el marciano de Bradbury ITT, con voz de Jeannine Mestre (como aquel robot del filme 2001, que muere cantando una balada vaquera que le enseñó el ingeniero). Luego se sentirá usted más Manuel y menos Fraga, por bien de todos.
Mis gatos me traen el recado de que Félix Pérez, gran veterinario a quien conocí en provincias hace varios siglos, está en la Facultad de Madrid (esto ya lo sabía) y se presenta candidato por AP. Ay, don Manuel, si todos sus hombres tuvieran la templanza y la sabiduría labruyeriana de Félix Pérez. Aprendamos los, ciclos de la Tierra y de las dulces bestias terrestres, no forcemos el timing, como usted dice, que es usted un gran olfativo del poder, el político más acelerado de Europa desde Hitler. Franco, por supuesto, era mucho más sosegado que usted. Y Felipe Il hizo un lema vital de su "sosegaos"
La Tierra va un segundo más despacio, lo cual, en multiplicación einsteniaría, da una hermosísima lentificación de nuestro planetario. No avasalle, don Manuel.
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