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'Cumbre' atlántica en Bonn

La invasión israelí de Líbano ensombrece la reunión de la OTAN

Soledad Gallego-Díaz

Los graves acontecimientos de Líbano ensombrecieron ayer la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los dieciséis miembros de la OTAN y relegaron a un segundo plano la publicación de un documento, largamente preparado, que debía significar ante la opinión pública europea la recuperación de la imagen de la Alianza Altántica como una institución pacífica gracias a la cual el mundo occidental puede conservar sus sistemas democráticos y su libertad, así como un llamamiento a la Unión Soviética para que acepte una auténtica política de distensión y desarme.

Los jefes de Estado y de Gobierno casi no pudieron dedicarse ayer a su objetivo principal, absorbidos como estuvieron por una incesante actividad diplomática relacionada con Oriente Próximo. El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, mantuvo, según una agencia de Prensa norteamericana, una conversación telefónica con Leónidas Breznev y abandonó a sus colegas europeos para recibir urgentemente al ministro de Asuntos Exteriores saudí, Saud al Faisal, llegado expresamente desde Riad para solicitar a Occidente que evite la matanza de los palestinos y obligue a Israel a retirarse de Líbano.Los esfuerzos de los diplomáticos aliados por reconducir la cumbre a sus orígenes resultaron infructuosos, y la atención se centró en los contactos de Reagan con el primer ministro israelí, repetidos por teléfono a lo largo de la jornada, y en las entrevistas bilaterales que mantuvo el ministro saudí con sus colegas alemán y francés, así como con la primera ministra británica, Margaret Thatcher, aunque esta última entrevista no pudo ser confirmada.

En la reunión a puerta cerrada, el primer ministro griego, Andreas Papandreu, solicitó repetidamente una posición conjunta de la Alianza condenando a Israel, pero sus esfuerzos se estrellaron contra una negativa rotunda norteamericana.

"La cumbre ha expresado su preocupación por los acontecimientos de Oriente Próximo", informó el secretario general de la OTAN, Joseph Luns, "y ha lamentado la pérdida de vidas humanas". Luns negó que se hubiera producido ninguna condena de Israel, porque -explicó- existen otros marcos para acciones diplomáticas de este tipo, en las que los Estados se expresan individualmente.

La tensión internacional arrebató su brillo a la tan esperada declaración de Bonn, en la que la República Federal de Alemania (RFA) ha puesto tantas esperanzas. La declaración, de cuatro folios, constituye, sin embargo, un importante documento en el que se reafirma solemnemente el objetivo esencial de la alianza -lograr relaciones equilibradas con la Unión Soviética y sus aliados- y se defiende la necesidad de proseguir el esfuerzo de defensa de la OTAN sin caer en una carrera de armamentos, como un elemento indispensable de esa política de distensión.

Los aliados reclaman a la URSS una actitud responsable y una mayor moderación, y le piden que aproveche la mano tendida por Occidente para proceder a una auténtica, equilibrada y verificable reducción de armamento en todos los órdenes, clásicos y nucleares.

Por otra parte, Reagan ha aceptado una mención expresa del papel estabilizador de dichas relaciones comerciales, mientras que los europeos aceptan que es necesario proceder con una gran prudencia.

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