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Tras la 'cumbre' de Versalles

Hacia una mayor concertación monetaria occidental

La cumbre occidental de Versalles, cuyas conclusiones en el terreno económico han llegado a tener lecturas diferentes según el prisma de cada análisis, ha representado, sin embargo, un importante giro en la estrategia occidental para salir de la crisis. Por vez primera desde su instalación en la Casa Blanca, la Administración Reagan acepta la eventualidad de una intervención en los mercados de cambio y reconoce que su política monetaria debe ser "concertada" con sus aliados, al menos en lo que respecta a las consecuencias que ésta pueda tener para ellos.Aunque el propio Reagan se ha adelantado a matizar que los acuerdos de Versalles no fuerzan a Washington ni a intervenir ni a modificar su restrictiva política monetaria, parece claro que al presidente francés, Frangois Mitterrand, no le falta razón cuando afirma que el comunicado conjunto de Versalles sienta las bases para el inicio de unas discusiones globales cuya meta no es otra que "la reestructuración del sistema monetario internacional".

Esta revisión queda pendiente ahora de una serie de estudios a más bajo nivel, que deben completarse, por parte del comité ad hoc creado al respecto, antes de las reuniones de otoño del Fondo Monetario Internacional (FMI). Las conclusiones a las que llegará este comité están por ver, pero parece claro que su misma creación representa el reconocimiento tácito por Occidente de que la estrategia anterior, basada en la libertad interna de acción y, flexibilidad en los tipos de cambio, no ha resuelto el problema central de la economía mundial y, por tanto, es necesario plantearse la vuelta a un mecanismo que, como preconiza Mitterrand, quizá funcione mejor por el camino de la intervención y acción concertada.

En este sentido, el presidente Reagan, contrariamente a la actitud que mostró en la anterior "cumbre" de Otawa, parece haber reconocido, tras año y medio, de ensayos, que sus recetas neoliberales han servido para poco y, al menos formalmente, debe aceptar en, aras de la solidaridad occidental, la posibilidad de que se intente algún nuevo remedio.

Washington, de todas formas, ha atado las conclusiones de Versalles con papel de fumar y sus concesiones parecen más un gesto de buena voluntad ante el anfitrión del cónclave que una estrategia precisa y definida para salir de la crisis. Pero este gesto sirve de base a los europeos para reclamar, "si es preciso", "en casos extremos", como dice el comunicado, una acción intervencionista clara a través del FMI. Precisamente, la potenciación de este organismo mundial como vigilante de las políticas económicas de los países miembros es otro aspecto resaltable de los resultados de este cumbre, aunque es evidente que tampoco se pueden esperar milagros inmediatos de su labor.

Con todo, el encuentro de Versalles ha sido lo suficientemente honesto como para tratar de buscar una salida a una situación global que, lejos de mejorar, bastante es con que no empeore.

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