'Cumbre' de jefes de Gobierno del Comecon en Budapest
La cumbre de 1981, celebrada en Sofía, en julio de ese mismo año, discurrió en un ambiente de reproches, más o menos directos, a los dirigentes polacos (especialmente por parte de los representantes checoslovacos) por no cumplir con las obligaciones comerciales contraídas y permitir fenómenos -sindicatos independientes y huelgas- que se consideraban peligrosos para la estabilidad del bloque socialista.La ley marcial ha puesto un dique de contención momentáneo a la creciente oleada de protestas y huelgas en Polonia, pero no ofrece una solución a largo plazo para la maltrecha economía, el futuro de los sindicatos y su asimilación pacífica en un programa común socialmente satisfactorio.
Las sanciones precipitan a Polonia aún más en la catástrofe económica, opinó un experto del Instituto de Viena para Comparaciones Económicas Internacionales (WIW) -Wiener Institut fuer Internationale Wirtschaftsvergleiche- y repercuten en los aliados de Varsovia, que deben compensar con nueva ayuda económica el vacío occidental.
La larga crisis polaca se mantendrá hasta 1990
En lo que va de 1982, la capacidad adquisitiva de los polacos ha disminuido un 23%; la producción industrial, un 8% -en gran parte debido a la falta de suministros occidentales de materias primas y productos semifacturados-, y el país tardará por lo menos hasta 1990 en recuperarse de la crisis, según datos presentados al Parlamento polaco a finales de mayo por el jefe de la comisión planificadora, Zbigniew Madej.
Polonia tampoco puede importar todos los cereales que necesita para su consumo, lo que puede repercutir en el abastecimiento, ni hacer frente a la deuda exterior -unos 10.000 millones de dólares vencen este año entre plazos e intereses.
El Comecon no puede prestar a Polonia toda la ayuda que este país necesita, y Varsovia no puede salir de la crisis sin créditos occidentales, opinó un experto del WIIW, para quien la espiral descendente de la economía polaca puede romperse cuando existan las condiciones políticas que garanticen estabilidad a los inversores.
A lo largo del casi un año transcurrido desde la cumbre de Sofía, Rumanía se ha convertido, junto a Polonia, en el otro país en crisis del Comecon.
Malas perspectivas para el comercio
El Gobierno de Bucarest tiene que hacer frente a un descenso de la producción agrícola e industrial y a un fuerte endeudamiento occidental.
El lento crecimiento económico en los países industrializados occidentales, las elevadas tasas de interés y la poca predisposición a otorgar nuevos créditos configuran una perspectiva poco optimista para el comercio entre el Comecon y Occidente, que se ha debilitado en 1981, mientras el comercio dentro del Comecon se incrementaba ligeramente.
Los productos que ofrece el Comecon, marginales y no competitivos, son los primeros a los que se renuncia cuando hay crisis en Occidente, señala un experto del WIIW.
La restricción de la capacidad exportadora ha repercutido en las importaciones, especialmente en países con problemas en la balanza de pagos.
En Polonia, las importaciones occidentales disminuyeron un 28% en 1981, y en Rumanía, un 19%. Checoslovaquia, sometida a un austero plan de ahorro, redujo un 4% sus importaciones, a pesar de su baja deuda exterior, y en la Unión Soviética, las exportaciones aumentaron más lentamente que las importaciones, debido al descenso de la demanda de crudo y la necesidad de importar cereales y forraje para compensar las malas cosechas agrícolas.
En el comercio dentro del Comecon, los socios políticos y económicos de la Unión Soviética no han conseguido equilibrar su factura petrolera con Moscú a base de las exportaciones.
Un estudio del WIIW calcula que el déficit conjunto acumulado desde 1970 en la balanza de pagos de estos países con la Unión Soviética suponía a finales de 1981 una cifra equivalente a 10.800 millones de dólares.
Los representantes del Come con discutirán posiblemente en Budapest sobre el complicado sus tema de pagos intrabloque, realizados mediante la unidad conven cional del rublo transferible, que presenta el problema de valorar los productos al margen de las leyes del mercado.
Países como Hungría -que trata de ajustar los precios de su mercado interior a los costes reales de los productos-, Checoslovaquia y Polonia desean una agilización del sistema de pagos altamente burocratizado.
Los precios de los productos agrícolas son, como en la Comunidad Económica Europea (CEE), uno de los temas que enfrentan a los países industrializados (Checoslovaquia, República Democrática Alemana) con los países exportadores agrarios (Hungría, Bulgaria, Rumanía), deseosos de rentabilizar más su producción agrícola.
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