España y la OTAN
La entrada de España en la OTAN, efectiva desde el domingo 30 de mayo con el depósito de los instrumentos de ratificación del tratado de adhesión, corona un combate llevado a tambor batiente por el Gobierno de Madrid desde su investidura, hace quince meses. Su jefe, Calvo Sotelo, podrá participar como miembro de pleno derecho a la cumbre atlántica de Bonn, el 9 de junio, y celebrar así la primera etapa de su integración en el mundo occidental -la segunda, ya más difícil, debe ser su adhesión a la Comunidad Económica Europea.El conflicto de las Malvinas hace dificil el momento del ingreso. Calvo Sotelo deberá, si el tema es abordado en Bonn, apartarse de la mayoría de sus socios, puesto que Madrid, aunque condena el recurso a la fuerza por parte de Buenos Aires,. considera que el problema es sobre todo de orden colonial y que la soberanía de Argentina sobre las islas no ofrece ninguna duda. Una posición que el contencioso del Reino Unido sobre Gibraltar y la solidaridad latina de la opinión pública explican en gran parte, y que había llevado a los socialistas españoles del PSOE, opuestos a la entrada en la OTAN, a pedir un aplazamiento de la decisión.
El Gobierno, que ya se había negado a la celebración de un referendo, está tanto menos dispuesto a que las próximas elecciones legislativas, previstas para la primavera de 1983, pero que podrían anticiparse, llevaran al Parlamento una mayoría desfavorable a la Alianza. La oposición, jugando sobre las divisiones que este asunto suscita en el país y sobre las simpatías que el neutralismo conserva en la izquierda como en los medios franquistas, sostiene qué la aproximación a la OTAN no ha permitido el más mínimo progreso hacia la restitución de Gibraltar, sin aportar la garantía de la Alianza en caso de conflicto por los enclaves españoles en Marruecos, una zona no cubierta por el tratado. Ciertamente, el apoyo aportado a la adhesión por casi todos los partidos de la Internacional Socialista (y comprendida, a último momento, la del Gobierno de Grecia) ha perjudicado seriamente la campaña del PSOE.
El Gobierno afirmaba, por su parte, que la posición estratégica de España hace ilusorio hoy día el regreso a la neutralidad de antaño y que una alianza multilateral permitirá reequilibrar la relación exclusiva y leonina establecida por el tratado hispano-americano de 1953. Es menos convincente cuando afirma, como dice el ministro español de Asuntos Exteriores, que la entrada en la Alianza es una garantía para la democracia: la OTAN admitió al Portugal de Salazar y no ha hecho nada para impedir los golpes militares de Grecia y de Turquía.
La URSS, que incluía desde hace tiempo en sus proposiciones de desarme un proyecto de no extensión de los bloques militares existentes, ha protestado contra esta ampliación de la alianza rival, pero concierta pasividad. Sin duda, el Pacto de Varsovia no. se ha extendido desde su creación en 1955 (ha perdido un miembro, Albania), pero la pactomanía impera en Moscú bajo la forma de tratado de amistad con numerosos países del Tercer Mundo.
1 de junio.
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