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Confusión en torno a la adhesión de España a la estructura militar de la OTAN

Soledad Gallego-Díaz

La confusión que rodea la incorporación de España a la estructura militar de la OTAN y las posibles modalidades de la misma quedaron muy patentes en la reunión de la Asamblea de Parlamentarios del Atlántico Norte, si bien a nivel oficial el tema fúe obviado por todos los participantes, incluido el invitado español, Carlos Fernández Espeso, subdirector de Asuntos de Seguridad, del Ministerio de Asuntos Exteriores

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Según el ministro alemán de Defensa, el principal tema a discutir es la incorporación de España a los mandos aliados. El ministro consideró "poco probable" que España dependa del SACEUR (mando aliado en Europa, instalado en Mons, Bélgica) y no descartó la posibilidad de que se creara un nuevo mando español, tal y como pretende España.Para Portugal existen dos problemas. Primero, el futuro del mando Iberlant, ahora confiado a Lisboa y dependiente del SACLANT, en Estados Unidos, que puede ser modificado con la adhesión española (que lo será, muy probablemente), dado el litoral atlántico español y las islas Canarias. Segundo, el Ejéncito español es más potente que el portugués y estos temen que los escasos fondos que destinan los países aliados a mejorar las fuerzas armadas vayan a parar a Madrid, en lugar de a Lisboa. Para evitar todo esto, los portugueses quieren aprovechar "la ocasión histórica" de la adhesión española -según palabras pronunciadas ayer por el primer ministro, Francisco Pinto Balsemáo- para lograr que la OTAN asigne a sus fuerzas armadas nuevas tareas en el Atlántico.

Portugal, el mejor aliado español

Portugal será, posiblemente, el mejor aliado español a la hora de reclamar para Madrid un mando especial, de nueva creación, que comprenda el territorio peninsular, las Baleares y las Canarias, propuesta que ya ha sido formulada por el ministro español de Defensa, Alberto Oliart.No parece tan claro, por el contrario, el apoyo de otros países aliados, y concretamente de Estados Unidos, para el que prima sobre todo el aspecto operativo, y la península Ibérica tiene, con sus archipiélagos, un enfoque unitario. Así lo afirmaba recientemente en Lisboa, en un seminario sobre España y Portugal en la OTAN, el especialista Baptista Comprido, según el cual Estados Unidos está especialmente interesado en el papel que desempeñan los archipiélagos atlánticos portugueses y españoles. La misma teoría la defiende el general Abel Couto Cabral, para el que Canarias es un air lift para el corredor sahariano, de gran importancia para Washington. Tal vez se podría recordar aquí, que en los años sesenta, en una negociación entre España y Estados Unidos para algo tan inocente como los aeropuertos en los que podía aterrizar la compañía Iberia y, viceversa, los representantes norteamericanos pedían a cambio un pasillo que iba de Canarias al Sahara, con gran asombro de los diplomáticos españoles, para los que el pasillo tenía escaso interés turístico.

Si los debates con Portugal en el seno de la Alianza se anuncian complicados, según reconoció incluso un responsable del Ministerio de Asuntos Exteriores español, no lo serán menos los debates sobre Gibraltar. En los medios parlamentarios británicos consultados por EL PAIS existe un gran recelo sobre las demandas españolas sobre la base naval instalada en el Peñón. Un parlamentario en concreto insinuó que, dado que España no quería almacenar armas nucleares (aunque no dice nada, por el momento, sobre su tránsito por el espacio aéreo español o por sus aguas territoriales), la Alianza vería con lupa el deseo español de compartir, al menos, el mando sobre dicha base, dado que posiblemente Gibraltar, es un buen puerto de atraque para navíos con armas nucleares.

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