La actualidad de la crítica profética en una sociedad industrial
"Movimientos proféticos más o menos organizados, como Cristianos; por el Socialismo, nacen en España como resultado adulto de lo que habían sido los planteamientos críticos, antifranquistas y obreros de muchos cristianos en los años sesenta", decía Juan García Nieto en el ciclo sobre Cristianismo en una sociedad burguesa.En contra de otros movimientos católicos que en los años cincuenta y sesenta pugnaron por una renovación de la Iglesia y un compromiso político crítico, este nuevo tipo de profetismo acepta como punto de partida la autonomía de la política. Dado el contenido de clase de estos movimientos, el respeto por la autonomía política les lleva a asumir el marxismo, instrumento clásico de las organizaciones de izquierda.
En contra de lo que la jerarquía dice, estos movimientos proféticos no reducían el evangelio a la política, lo que sí hacían era reivindicar un nuevo pluralismo en la Iglesia, donde planteamientos como el suyo tuvieran carta de ciudadanía. La historia de los diez últimos años demuestra, en opinión del jesuita catalán, que estos cristianos han llevado a cabo una revisión de la crítica marxista de la religión, con frecuencia sectaria, y han exigido con la misma energía a los partidos de izquierda que acepten sin reservas la militancia de cristianos, y a la Iglesia, que respete las opciones socialistas.
El teólogo Juan José Tamayo respondía afirmativamente a la pregunta de si en una sociedad desarrollada y posindustrial hay, sitio para los movimientos proféticos. En efecto, todavía ahí perviven la desigualdad, la explotación e instrumentalización del hombre. "Vivimos en una sociedad de clases y en un conflicto de clases. En este marco, los movimientos proféticos tienen una función subversiva que cumplir".
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