El pueblo andaluz, a subasta
Desde toda España se observa con interés la campaña electoral andaluza, no por lo que estas elecciones puedan representar para el futuro de Andalucía, sino por la influencia que sus resultados puedan tener en las próximas elecciones generales. Está claro que para nosotros, los andalucistas, la importancia no reside en ver quién va a llegar a la Moncloa. Para nosotros, lo que cuenta es el futuro de nuestro pueblo. Y observamos con profunda tristeza cómo una vez más el poder central, tanto desde la derecha como desde la izquierda, está arrebatando a Andalucía su futuro. Le está manipulando, como ha hecho siempre.Así como las culturas vasca y catalana fueron reprimidas, la cultura andaluza ha sido sistemáticamente expropiada. Aquí nunca nos han prohibido hablar andaluz. Simplemente, lo han despreciado, ignorando que la forma andaluza de hablar el castellano es la más extendida y la que se impuso en los países de Latinoamérica, según lo demuestran los filólogos Manuel Alvar y Vaz de Soto.
Nuestro cante, nuestra poesía y nuestra pintura han sido expropiados, manipulados, utilizados y vendidos en beneficio de otros. En el mundo entero se identifica y conoce a España por nuestra música y se la respeta en parte por muchos de, sus andaluces universales. Desde Velázquez y Murillo a Manuel de Falla, Vicente Aleixandre, Picasso, Lorca, Andrés Segovia, los Machado, Juan Ramón Jiménez, Góngora, Alberti, Romero de Torres, Gala y muchos otros.
Garaudy afirma que la salvación de la cultura futura está en el encuentro de la cultura occidental con la oriental. Eso ha sucedido en Andalucía.
No es sólo la cultura de Andalucía la que ha sido expropiada, lo han sido también sus tierras a través de la expoliación de las materias primas- y sus gentes -a través de la emigración.
"¡Arre, burro; arre!"
En las elecciones andaluzas se está jugando algo, más que el futuro de Andalucía. Y mucho más que la conquista de la Moncloa. Lo que se está jugando aquí es el futuro de España. Con la autonomía andaluza se va a ver claramente si España es capaz de dar el paso decisivo para dejar de ser un Estado centralista y convertirse en un Estado autonomista. Si es capaz de reconocer la personalidad propia de cada uno de sus distintos pueblos o si continuará siendo la España uniforme desde Felipe V.
Andalucía es el punto clave, pero el centralismo ni se entera. Y comete la ingenuidad de venir aquí a hacer campaña electoral al frente de sus jefes respectivos. ¿Qué tiene que hacer Calvo Sotelo en Andalucía? ¿Y Felipe González? Sus fotografías cubren las fachadas de toda Andalucía. ¿Son acaso candidatos? Estos señores vienen a Andalucía a hacer campaña para la Moncloa. Para nuestro pueblo, esto es denigrante. Recuerda a los que bajan de Madrid para visitar sus cortijos e ir de cacería. Cacería de votos ahora, pero cacería al fin. En lo que se refiere a sus eslóganes de propaganda, es ya el colmo de la falta de sensibilidad y de respeto.
Antes, sus carteles decían: "¡Ea echemos a andar!". Ahora, la UCD nos agrede con: "¡Anda, Andalucía; anda!". Como si fuéramos paralíticos o vagos. O, lo que es peor, burros.
Por su parte, el PSOE dice en su propaganda que estas elecciones son. "La hora de la verdad". Cuando todos estamos viendo que estas elecciones son, más que nunca, la hora de la gran mentira centralista. ¿Hasta cuándo el poder central -Gobierno y, oposición- va a continuar burlándose de nosotros?
Arrancando poder
Para nosotros, Madrid es un frente de lucha, un frente de conquista. El Grupo Parlamentario Andalucista es una vanguardia que va a la conquista del poder central que hoy está en Madrid, en el Gobierno y en el Parlamento, para traerlo aquí, a Andalucía, y convertirlo en poder autonómico, en poder andaluz.
Para nosotros, tan andalucistas son nuestros diputados de vanguardia del grupo parlamentario del Congreso -que arrancan ese poder y lo traen a Andalucía- como los diputados andalucistas del Parlamento andaluz, que transformarán ese poder centralista en poder andaluz.
¿Los partidos centralistas van a transformar poder centralista en poder autonómico? Imposible. Harán todo lo que esté en sus manos para impedirlo. UCD y PSOE han dado buenas pruebas de ello con la firma de los pactos autonómicos o con el acuerdo para la eliminación del grupo andalucista del Congreso. Los partidos centralistas siempre utilizarán el Gobierno andaluz como instrumento para su lucha por la Moncloa. Y es lógico que sea así. Es la lógica centralista. Está bien claro que, para el Gobierno de. España, se llame UCD o PSOE, existirán siempre problemas de Estado más importantes y más urgentes que los problemas de Andalucía. Habrá siempre temas más necesarios o de mayor interés que el paro, el analfabetismo o el subdesarrollo de Andalucía; por esta razón, ni unos ni otros se han preocupado, siquiera en preparar un programa serio de gobierno para Andalucía. El programa del PSOE se resume en un folleto de veinticuatro páginas, y el de UCD, en un panfleto electoral de promesas irrealizables.
El PSA, por su parte, acaba de publicar, bajo el nombre Fundamentos y programa de gobierno para Andalucía, un libro de cuatrocientas páginas, fruto de años de trabajo, que contiene un estudio completo de la problemática andaluza y sus posibles soluciones. No hemos esperado a las elecciones del Parlamento andaluz para preocuparnos del tema. Desdes u fundación, el PSA se ha dedicado a estudiar a fondo los problemas de nuestra tierra para encontrar soluciones adecuadas. Porque esa es su razón de ser, su único objetivo.
El punto clave
La gran novedad de la Constitución de la II República fue el tema autonómico. Hoy, el gran reto, la gran aportación de esta Constitución vuelve a ser el tema autonómico. El punto clave, el punto crucial entre conservar el pasado o progresar hacia el futuro, el test definitivo que hará que esta Constitución sea verdad o sea mentira será determinado por Andalucía.
Si Andalucía triunfa y consigue marchar por el camino de la autonomía, de igual a igual con Cataluña y Euskadi, la Constitución actual habrá servido para algo más que la de 1931, porque demostrará que su título VIII no se limita en la práctica a las nacionalidades históricas. De no ser así, sólo habrá servido para asegurar el privilegio de pocos, negando la liberación de muchos: el resto de los pueblos de España.
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