El bipartidismo
Como todas las democracias cultas, no somos más que un bipartidismo natural, parlamentarial, aliviado, muy a la española, por las correspondientes reservas espirituales. Fraga va de reserva espiritual de la ucedé y el pecé de reserva espiritual del PSOE y de Felipe.Ocurre, a veces, que las cosas se complican un poco. Se vuelven metafísicas o sacramentales. Aquí en España todo acaba en auto sacramental menos los autos de Calderón, que acaban de cualquier manera. Ocurre, digo, que la reserva espiritual pasa a vanguardia electoral, como pasó en el 77 con Carrillo y Fraga. Llegamos a creer que este pueblo se dividía en franquistas y rojos. Madrid era una fiesta. Aquello fue una gozada y yo me encontraba a Ana Belén en todas las movidas. "La he visto, la he visto y me ha mirado: hoy creo en Marx". Ya, ni me mira ni la veo. Pero la realidad de la verdad de la vida es que aquí, como en cualquier país civilizado de Europa, nos dividimos en tibios y tibios. Tibios de la izquierda y tibios de la derecha. Franco también tenía una reserva espiritual, pero no la sacó nunca del maletín. Al viejo dictador le convenía una España franquista, pero sin pasarse. La cosa, ahora, con vistas a elecciones regionales y nacionales, está entre el socialismo y la derecha, que hoy se llama UCD. La derecha viva (no la derecha/derecha vivaqueante) está en Adolfo Suárez, que es la única apertura natural de nuestra derecha hacia el futuro. Calvo Sotelo no es más que una errata de la Historia. Una errata -marengo, o sea, ni siquiera demasiado dificil de borrar para escribir algo encima. Adolfo Suárez, que está en todo, me mandaun hombre de los suyos a la Casa de la Panadería (donde he echado un pregón al personal), para felicitarme y saludarme. Suáréz no es que sea la reserva espiritual de la ucedé. Es que es la ucedé, aunque para llegar a serlo haya tenido que inmolar a Fernández Miranda, Carrero Blanco, Herrero Tejedor y varias señoritas rubias. Se fae dejando de sucesor al más marengo, que era la manera de volver. Ante esta derecha, briosa como Falla, populista como Perón, Fraga se queda en reserva espiritual franquista y el capellán que viene a decirle el gorigorí a AP es Osorio, el menos deseado de los capellanes, que Fraga tampoco es tonto, de eso nada, tío un respeto, yes. En cuanto a la izquierda, moderada en este país de moderados, está muy ancheada entre Felipe y Escuredo, con Pablo Castellano de reserva espiritual, Alfonso Guerra de reserva dialectal y el pecé/Carrillo de Antiguo Testamento o Sagradas Escritu ras. Lo que pasa. es que hay días en que el gentío pide en coro ronco el Antiguo Testamento de los curas o de los rojos, y es cuando Glucksmann, en Francia, puesto a ser de derechas, no tiene más remedio que glosar a Peguy, Petain y todo el fascismo católico francés. O es cuando uno mismo, puesto a ser reserva espiritual cheli, tiene que glosar esta frase, publicada en este mismo periódico: "Felipe nos da a nosotros, para alejarnos, las mismas razones que Calvo Sotelo le da a él". Está claro, a estas alturas de la democracia y con los Mundiales encima, que somos un bipartidismo tan correcto como el británico, un suponer, sólo que corregido por las correspondientes reservas espirituales a cada lado, que eso es ya herencia o invento de la gran inventiva mística española: Fraga y Carrillo. Uno, personalmente, prefiere andar de reserva espiritual, que uno es un místico antes que un dialéctico, si vamos a eso.
Pero uno ve bien que seamos un bipartidismo, aunque los analistas prefieran complicar el enroque. Lo que hace falta es que nos respeten el bipartidismo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.